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Importancia de la dieta en la enfermedad renal crónica

viernes, 20 de octubre de 2017
La enfermedad renal es un trastorno de gran diversidad, ya que incluye desde una insuficiencia renal crónica leve a una terminal que requiera tratamiento de sustitución, pasando por el fracaso renal agudo que a veces es producto de un fracaso multiorgánico. Por ello, los objetivos del tratamiento nutricional y los requerimientos nutricionales son también diversos. Además, hay que tener en cuenta las alteraciones metabólicas asociadas a la insuficiencia renal y las enfermedades causantes de la misma, como por ejemplo, la diabetes mellitus.

La dieta se puede definir como la calidad y el total de comida que consume una persona, sin embargo para un contexto clínico, la dieta casi siempre se interpreta como una restricción o reducción de algunos tipos de comida. Las acciones de limitar, reducir y prohibir se conocen en el campo clínico como “intervenciones nutricionales o terapias nutricionales”.

La terapia nutricional representa una importante herramienta en el manejo de la enfermedad renal crónica principalmente caracterizada por una reducción balanceada en la ingesta de proteínas, que otorga un “descanso funcional” a los riñones afectados. Esta terapia no está dentro de los tratamientos farmacológicos, y es usualmente considerada como una terapia complementaria al igual que los estilos de vida. Aunque la prescripción de un cambio en las conductas alimentarias o en el estilo de vida es poco comprensible y ejecutada por los pacientes siempre será necesaria.

La reducción balanceada de proteínas se denomina dieta hipo proteica (en Inglés Low Protein Diet “LPD”) pero no es un gold-standard en pacientes con insuficiencia renal crónica, según algunos ensayos clínicos aleatorizados se debe buscar dietas ideales según las características propias del paciente, el estadio de enfermedad renal que pueda tener y si es sometido a algún tipo de diálisis.

Como dijimos anteriormente, la dieta renal es una de las conductas terapéuticas más antiguas en la enfermedad renal crónica, clásicamente considerada como la más importante y resaltando la restricción en la ingesta de proteínas. Nuevos ensayos clínicos aleatorizados y algunos estudios de cohortes de larga observación demostraron que los cambios en la conducta alimentaria, mejora en el estilo de vida y la prescripción del ejercicio físico mejoran el pronóstico y sobrevida de los pacientes y son tan importantes como la misma terapia farmacológica.

En la siguiente tabla podemos ver un estudio donde la sustitución de las proteínas animales por proteínas vegetales y especialmente proteínas de la soya produce un gran cambio en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 que cursan con alguna nefropatía; dentro de este estudio el mejor marcador que se puede observar es el BUN (Traducido al español: Urea Nitrogenada en sangre) cuyos niveles normales, para caso del estudio, son menores a 15mg/dl.

Importancia de la dieta en la enfermedad renal crónica

En el paciente renal la dieta hipo proteica no tiene que ser necesariamente saludable, según las recomendaciones de la FDA una dieta saludable debe debía tener de 1-1.2g/Kg/día de proteína diaria pero recientemente se definió como saludable aquella que como mínimo posee 0.8 g/Kg/día de proteína diaria. Sin embargo, esta dieta no es la ideal en todos los pacientes con enfermedad renal crónica pero sus modificaciones puede ser ventajosas en personas con diálisis continua ambulatoria o que iniciaron recién las diálisis.

La prescripción de una dieta hipo proteica se realiza para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedad renal crónica y debe iniciarse rápidamente al encontrar micro albuminemia y/o una tasa de filtración glomerular reducida. La nutrición es especialmente importante en tres grupos de pacientes con enfermedad renal:

1) Paciente hipercatabólico con fracaso renal agudo que precisa diálisis, pacientes en diálisis de mantenimiento con un proceso hipercatabólico añadido.

a) Objetivos: cubrir los requerimientos aumentados de nutrientes y prevenir la pérdida de masa magra, también se puede estimular la cicatrización y mejorar la inmunocompetencia.
b) Grado de importancia alto y ajuste de diálisis para aclarar los metabolitos y el exceso de volumen aportado con el soporte nutricional.
2) Pacientes con insuficiencia renal estable que no están siendo tratados con diálisis.
a) Generalmente son niños o pacientes malnutridos que no se incluyen en un programa de diálisis.
b) Objetivos: mantener el estado nutricional, disminuir la toxicidad urémica y retardar la progresión de la insuficiencia renal.

3) En el tercer grupo de pacientes se incluyen a los tratados con diálisis peritoneal o con hemodiálisis pero sin enfermedad catabólica.

a) En estos pacientes es frecuente la malnutrición.
b) Objetivos: mejorar la síntesis de proteínas viscerales, estimular la inmunocompetencia y mejorar la calidad de vida.
c) Grado de importancia altísimo, porque la desnutrición aumenta el riesgo de morbimortalidad, independientemente de la enfermedad de base.
Los estudios de la importancia de la dieta no se perfilan como estudios de medicina en evidencias, sin embargo necesitan un mejor soporte que debe ser investigado con más estudios como los ensayos clínicos aleatorizados o ensayos de preferencia de pacientes parcialmente aleatorizados.

INTERVENCIÓN DEL RIÑÓN EN CATABOLISMO Y ANABOLISMO

Metabolismo y requerimiento proteico

Los pacientes en estado de estrés serio por trauma, sepsis, quemaduras o enfermedad crítica, exhiben un acelerado catabolismo de las proteínas corporales, e incremento en la degradación y la transaminación de los aminoácidos de cadena ramificada en el músculo esquelético, con el consecuente aumento de la generación de lactato, alanina y glutamina, y un gran flujo de estos sustratos entre el músculo (periferia) y el hígado (órgano central). La consecuencia metabólica es una notoria elevación de la producción de glucosa en el hígado, el proceso denominado gluconeogénesis.

La gluconeogénesis evita la acumulación de los sustratos endógenos provenientes del catabolismo, que no tienen otra forma de depuración. También, hace que la glucosa esté disponible para aquellos órganos que dependen de ella como fuente energética, tales como el cerebro o la médula ósea.

En estados críticos como la sepsis y el trauma grave, la demanda energética es atendida en una proporción mayor de lo normal por los aminoácidos endógenos provenientes de la degradación de la proteína estructural, visceral y circulante, y por la oxidación de sus esqueletos de carbono. La liberación de los aminoácidos a partir de las proteínas del músculo y de las vísceras, ocurre en una proporción tres o cuatro veces mayor que en personas normales sometidas a ayuno. Gran parte del volumen de aminoácidos transportados entre el músculo, el hígado y otras vísceras, como el riñón, donde existe gluconeogénesis, se utiliza para las síntesis de las proteínas de la fase aguda, de las proteínas necesarias para la función del sistema inmunitario, para activar los mecanismos de defensa del huésped, para la cicatrización de las heridas y para el mantenimiento estructural de los órganos vitales.

En condiciones de estrés agudo y grave, la depuración hepática de aminoácidos se halla significativamente aumentada, fenómeno que señala el papel primordial del hígado en cuanto a la síntesis proteica y a la generación de nueva glucosa. Estas funciones se deprimen en la falla hepática que sobreviene en el estado crítico y casi desaparecen en las etapas terminales de la falla orgánica multisistémica, cuyo desarrollo señala la evolución hacia la muerte. La esteatosis hepática y la falla funcional eran de frecuente ocurrencia en la era de las altas cargas de glucosa parenteral, cuando se creía que existía un paralelismo entre el grado de hipermetabolismo y la excreción urinaria de nitrógeno ureico.

En el estado de estrés agudo, que es moderado o ligeramente hipermetabólico, hay gran aumento en el catabolismo de la proteína corporal que afecta tanto al sistema musculoesquelético como a la proteína visceral, al tejido conjuntivo y a la proteína circulante. Los aminoácidos, principalmente los de cadena ramificada (valina, leucina e isoleucina), se utilizan como fuente energética preferencial, lo cual se traduce en incremento de la ureagénesis que se determina por la excreción de nitrógeno ureico en la orina, reflejo del estado hipercatabólico, el cual en esta condición clínica sobrepasa a la síntesis hepática de proteína.

En estados críticos, la gluconeogénesis continúa en aumento como reflejo de un mayor flujo de los aminoácidos generados en los tejidos periféricos, principalmente en el músculo. Si el estado crítico avanza y se profundiza, sobreviene la falla orgánica y, con ello, la síntesis de la proteína disminuye, lo cual se manifiesta como reducción de la depuración de los aminoácidos circulantes. En estas condiciones persiste el incremento en el catabolismo, concomitante con una reducción neta en la síntesis proteica, y el paciente exhibe un creciente balance negativo de nitrógeno medido por la excreción urinaria de nitrógeno ureico.

En estados críticos y en la falla orgánica se presenta un fenómeno único cuando se administran grandes cantidades de aminoácidos. La síntesis de proteína se incrementa y, aunque el catabolismo no se suprime, el balance de nitrógeno mejora, con tendencia hacia el equilibrio. En ese momento, el aumento en el suministro de aminoácidos exógenos ayuda tanto a la síntesis proteica como a la utilización de los aminoácidos como fuente de energía, con preservación de la proteína corporal.

Aún no se conoce cuál es la proporción ideal de cada uno de los aminoácidos que se deben administrar en el estado crítico. Las proteínas que contienen una mayor proporción de aminoácidos de cadena ramificada, con adecuada cantidad de aminoácidos esenciales y menor cantidad de aminoácidos gluconeogénicos, parecen favorecer el balance de nitrógeno y disminuyen la toxicidad hepática. Según Singer, una dieta que contiene 1,4 g de proteína y 0,16 g de aminoácidos de cadena ramificada por kg de peso corporal, previno la resistencia a la insulina en voluntarios sanos con 60 días de reposo en cama.

El régimen adecuado para el paciente en estados críticos se fundamenta en una provisión baja de glucosa concomitante con una alta provisión proteica, a razón de 1,5 a 2,5 g de proteína por kg de peso ideal. Esto con el objeto de suministrar el sustrato energético proteico, que es el preferido en este clima metabólico para lograr el efecto gluconeogénico, al tiempo que estimula la tasa de síntesis proteica y mejora el balance de nitrógeno. El régimen hipocalórico e hipoglúcido reduce el estrés metabólico que inducen las altas cargas de carbohidratos cuando se administran en esta fase de intolerancia a la glucosa y de resistencia a la insulina.

Los pacientes con sepsis grave, politraumatismo o con quemaduras extensas, requieren mayor aporte proteico, del orden de 2,5 a 3,0 g/kg por día y es el que empleamos en nuestro servicio desde hace ya años.

La toxicidad derivada del exceso en la administración de proteína se refleja en la producción de amonio, que puede exceder la capacidad del ciclo de la urea. Rudman estableció que en un individuo saludable la tasa máxima de la síntesis hepática de urea es la conversión hasta 3,8 g de proteína/kg por día. En el mismo estudio se determinó que en pacientes cirróticos estables, sin ascitis y con función renal normal, la tasa era la mitad de esta, pero se observó una gran variabilidad entre los diferentes pacientes. Se sabe que los indicadores metabólicos de intolerancia a la proteína son hiperaminoacidemia e hiperamonemia. Según Hollander, los niveles de urea sérica mayores de 80 mg/dl se consideran indeseables; sin embargo, menciona la inexistencia de niveles superiores de tolerancia proteica, y recomienda cautela en aquellos pacientes con enfermedad hepática, insuficiencia renal y errores innatos del metabolismo.

Aunque no es el más sofisticado, el balance de nitrógeno se mantiene como el método de referencia para garantizar la debida provisión y el aprovechamiento de la nutrición proteica; también, es una guía sencilla y poco costosa de importancia en la prescripción del aporte nutricional en el paciente hospitalizado y todavía más en el de aquel en estado crítico. Según Hoffer, la determinación del balance de nitrógeno es lo suficientemente precisa en la determinación del catabolismo proteico grave y muy útil en la evaluación de la efectividad del soporte nutricional.

El nitrógeno se determina calculando la proteína total administrada dividida por 6,25, por cuanto esta contiene 16 % de nitrógeno. Cuando se administran aminoácidos parenterales, se debe tener en cuenta que los enlaces en la formación de péptidos libera una molécula de agua y, por lo tanto, cualquier mezcla de aminoácidos tiene densidad de nitrógeno menor a la de una proteína completa (una mezcla de 100 g de aminoácidos tiene realmente 83 g de sustrato de proteína).

El nitrógeno eliminado se obtiene cuantificando el nitrógeno ureico urinario + 4 g. El nitrógeno ureico urinario se mide en la orina de 24 horas. Mayor precisión se logra mediante la siguiente ecuación: pérdida total de nitrógeno ureico urinario / 0,85 + 2 g.

Las demás pérdidas de proteína corporal son menores. Sin embargo, en pacientes con fístulas enterocutáneas o con drenajes por laparostomía (abdomen abierto), se agregan 2 g de nitrógeno por litro de drenaje.

La fórmula para el balance de nitrógeno es muy sencilla: nitrógeno administrado - nitrógeno eliminado.

En el siglo XIX, Claude Bernard escribió que la dificultad real del balance de nitrógeno es que “no se puede comprender lo que sucede en el interior de una casa, solamente por medir lo que sale a través de la puerta y de la chimenea”.

En los estudios recientes en pacientes en estado crítico se han empleado métodos más sofisticados y costosos, como es el recambio de proteína corporal utilizando aminoácidos marcados con isótopos radioactivos.

Metabolismo y requerimiento de carbohidratos

La glucosa es el sustrato energético universal que puede ser utilizado por casi todas las células del ser humano. En el organismo se encuentra como glucosa extracelular y, en menor parte, como glucógeno hepático y muscular. En los estados de ayuno o de inanición, los niveles de glucosa sanguínea oscilan entre 0,8 y 1,0 g/L.

Teniendo en cuenta que la glucosa se difunde libremente en el agua extracelular, ella constituye alrededor de 14 g en un hombre de 70 kg. Además, existen entre 70 y 120 g de carbohidratos almacenados como glucógeno en el hígado, y entre 200 y 1.000 g en el músculo. Este último se encuentra restringido al sistema musculoesquelético en razón a que la glucosa no se puede liberar hacia la circulación por la deficiencia de la enzima glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa. Ello hace que el glucógeno se emplee como sustrato energético local, cuando debería ser la fuente energética que sirva para mantener los niveles de glucosa sanguínea durante el ayuno y la inanición.

El metabolismo de la glucosa es regulado fundamentalmente por el equilibrio entre las hormonas anabólicas (insulina, somatotropina u hormona de crecimiento y testosterona) y las catabólicas (cortisol, adrenalina y glucagón). Durante el periodo de estrés, las hormonas catabólicas se incrementan y causan resistencia a la insulina e hiperglucemia. Hay que tener en cuenta que los carbohidratos proporcionan más del 50% de la energía utilizada para el trabajo metabólico, el crecimiento, la reparación, la secreción, la absorción, la excreción y el trabajo mecanico.

Además, los mediadores inflamatorios, como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y las interleucinas se activan y antagonizan la acción de la insulina, lo cual resulta en una acentuada resistencia a la insulina e hiperglucemia, que genera efectos deletéreos a largo plazo.

Gamble estableció años atrás que la provisión diaria de 100 g de glucosa proporciona alrededor de 400 kcal y mantiene libre de cetosis a un hombre en estado normal. A partir de este planteamiento clásico, todos los estudios metabólicos han demostrado un efecto fundamental de los carbohidratos sobre la conservación o el ahorro de proteínas.

Es comúnmente aceptado que la tasa máxima de oxidación de la glucosa es de 4 a 5 mg/kg por minuto. Sin embargo, en el paciente en estado crítico se debe reducir a 3-4 mg/kg por minuto o 4-6 g/kg por día. Estas cantidades deben calcularse sobre el peso ideal por razón de la alta incidencia poblacional de pacientes obesos y del edema que caracteriza al estado crítico. En el paciente gravemente desnutrido se debe calcular sobre el peso actual y ascender en forma progresiva hasta alcanzar las necesidades calculadas a partir del peso ideal, a fin de evitar el síndrome de realimentación.

La excesiva provisión de glucosa resulta en afectaciones fisiológicas importantes, que se caracterizan por un incremento en el consumo de oxígeno, en la producción de CO2 y en el gasto energético, sin que se logre un mejor balance de nitrógeno o una mayor síntesis proteica, pero sí se favorece la esteatosis hepática. La elevada provisión de glucosa viene a significar un estrés adicional, de tipo metabólico, que se suma al grado de estrés que sufre el paciente.

En la interpretación de los cambios que suceden en el estado crítico, se debe tener en cuenta el cociente respiratorio, que es la relación del intercambio respiratorio (CO2 producido respecto al O2 consumido) y, también, qué tanto la producción de CO2 y el consumo de O2 pueden verse alterados, principalmente por la conversión química de la glucosa administrada y por otras causas.

Los valores normales del cociente respiratorio para las diferentes fuentes energéticas alimentarias son: carbohidratos, 1,0; proteína, 0,8-0,9, y grasa, 0,7.

Puesto que la administración de cargas excesivas de glucosa aumenta el gasto energético en reposo, el consumo de O2 y la producción de CO2 , se registra un incremento del cociente respiratorio. Un valor mayor de uno es indicativo de lipogénesis neta, cuyo resultado es la esteatosis hepática.

A raíz de los trabajos de van der Berghe, y del estudio NICE-SUGAR, el control meticuloso de la glucemia se hizo rutinario en las unidades de cuidados intensivos, donde la presencia de hiperglucemia es común en los pacientes en estado crítico y se encuentra asociada a un incremento de la morbimortalidad.

En la IRA por ejemplo se tiene un estado hipercatabólico que produce un aumento en el consumo de glucosa. Si no existe un aporte dietético adecuado, una vez agotados los depósitos de glucógeno hepático, comienza una fase de neoglucogénesis. La obtención de las nuevas moléculas de glucosa a partir de las proteínas viscerales y del músculo esquelético, produce una situación metabólica desfavorable. Por otra parte, la proteólisis produce una acidosis metabólica, que a su vez favorece el catabolismo proteico, dando lugar a una pérdida cada vez mayor de masa muscular y al empeoramiento del estado nutricional del paciente.

Metabolismo y requerimiento de lípidos

Los lípidos son un importante sustrato energético y constituyen una forma de energía almacenada como tejido graso en el ser humano. En el organismo, las grasas cumplen funciones esenciales. Los fosfolípidos son componentes estructurales de las membranas celulares. Los ácidos grasos pueden afectar en forma importante la membrana celular, por cuanto su grado de saturación regula en gran parte la función y el espesor de la membrana, y algunos son precursores de la síntesis de ecosanoides y de colesterol. El ácido graso ω6, ácido araquidónico, es el sustrato común para la síntesis de eicosanoides mediante la acción de las enzimas ciclooxigenasa y lipoxigenasa. Estos eicosanoides incluyen varias series 2 de protaglandinas, series 2 de tromboxanos y series 4 de leucotrienos, los mediadores inflamatorios clásicos que juegan un papel importante en la regulación de la función inmunitaria. Una de las funciones relevantes del ácido graso ω3 es la de reemplazar parcialmente al ácido araquidónico en las membranas celulares, tanto en la acción inmunitaria como en el proceso inflamatorio, lo que lleva a la disminución de las protaglandinas, los tromboxanos y los leucotrienos del ácido araquidónico. Entre los ω3, están el ácido eicosapentaenoico y el docosahexaenoico. El ácido eicosapentaenoico puede también actuar como sustrato para las enzimas ciclooxigenasa y lipoxigenasa, generando una familia diferente de eicosanoides, las prostaglandinas y los tromboxanos de la serie 3 y los leucotrienos de la serie 5. Los mediadores generados por el ácido eicosapentaenoico son menos potentes que los que provienen del ácido araquidónico (figura 1).

metabolismo de los acidos grasos poliinsaturados

Se han identificado componentes de lípidos que incluyen las resolvinas, las protectinas y las maresinas, potentes mediadores antiinflamatorios generados a partir del ácido eicosapentaenoico y del docosahexaenoico, a los cuales se atribuyen las acciones antiinflamatorias de los ácidos grasos de cadena larga ω3 presentes en el aceite de pescado.
El metabolismo de los lípidos y de las lipoproteínas se modifica sustancialmente en pacientes críticos. La actividad de la lipasa sensible a hormonas (Hormone-Sensitive Lipase, HSL), antes conocida como la hidrolasa de ésteres de colesterol (Cholesteryl Ester Hydrolase, CEH), se incrementa en respuesta a las catecolaminas y a las citocinas inflamatorias. Esto favorece la producción de ácidos grasos provenientes de la movilización de la grasa almacenada en el tejido adiposo hacia el plasma. Los ácidos grasos son depurados por el hígado y reesterificados como triglicéridos.

En el posoperatorio se incrementa la depuración de triglicéridos y la oxidación de la grasa, lo cual disminuye los niveles plasmáticos. En el paciente séptico o en el críticamente enfermo, tanto la hidrólisis de los triglicéridos como la oxidación de la grasa se pueden ver disminuidas.

En IRA se ha detectado un defecto en la acción de la lipasa lipoproteica periférica y hepática, con reducción de su acción en 50%, y se inhibe en caso de acidosis. Se produce un aumento de VLDL y triglicéridos, y una disminución de HDL. Por otro lado, se produce una disminución del metabolismo de los lípidos administrados por vía parenteral, lo cual se debe tener presente al estimar la cantidad a administra.

CAUSAS DE DESNUTRICIÓN EN IRC

En la Insuficiencia Renal Crónica se describen signos de desnutrición tanto en fase pre dialítica y durante la etapa dialítica. El estado de nutrición de aquellos que inician un programa de diálisis crónica es predictor del estado nutricional y de la evolución de estos pacientes al cabo de uno o dos años. Por lo tanto se establece que en los pacientes con IRC la desnutrición se instala antes de la fase terminal que antecede a la diálisis. Las causas de desnutrición son las siguientes:

· Reducción de la ingesta de nutrientes por anorexia debida a la insuficiencia renal , la depresión o enfermedades asociadas, o por perdida de dientes o incapacidad para comprar o preparar alimentos.
· Enfermedades crónicas asociadas: diabetes mellitus, lupus eritematoso, insuficiencia cardiaca, etc.
  • Enfermedades agudas recurrentes
· Alteración del medio hormonal: resistencia a las hormonas anabólicas, a la insulina, a la hormona de crecimiento y al factor de crecimiento insulinosimil de tipo I( IGF-1)
  • Acumulación de toxinas urémicas
  • Perdida de la actividad metabólica de los riñones
Aunque la desnutrición calórico- proteica sea la más común en los pacientes con IRC en fase pre dialítica, puede haber otros déficit nutricionales como deficiencia de 1.25 dihidroxicolecalciferol (vitamina D), vitamina D, vitamina B. ácido fólico, Vitamina C y posiblemente creatinina y cinc.

SIGNOS DE DESNUTRICION EN DIALISIS

· Reducción de depósito de grasa subcutánea( disminución de reservas de energía) y de la masa muscular
· Disminución de niveles de nitrógeno corporal total, de albumina, de transferrina y otras proteínas viscerales, así como de la proteína muscular.
  • IMC (índice de masa corporal) menor en hemodiálisis
Los datos sugieren que la desnutrición calórica predomina más que la proteica, sin embargo algunos pacientes en hemodiálisis sin complicaciones presentan un perfil nutricional normal.

¿POR QUÉ LOS PACIENTES EN DIALISIS ESTAN DESNUTRIDOS?

Las causas son multifactoriales ya que comprenden alteraciones del metabolismo proteico y energético, alteraciones hormonales e ingesta alimentaria deficiente, sobre todo a causa de la anorexia, náuseas y vómitos relacionados con el estado de toxicidad urémica. Varias enfermedades concomitantes como diabetes mellitus, y enfermedad vascular difusa, así como afecciones superpuestas (pericarditis, infecciones, insuficiencia cardiaca congestiva) pueden contribuir a la desnutrición.

ANOREXIA

La inhibición del apetito podría ser causada por la retención de algunas sustancias toxicas como consecuencia de la disminución de la función renal. Las dietas hipoproteicas mejoran los síntomas urémicos como la anorexia, náuseas y vómitos, lo que sugiere que algunas de esas toxinas provienen del metabolismo de las proteínas en la dieta. La observación de que estos síntomas disminuyen o desaparecen al comienzo de la diálisis, denota que se elimina una sustancia dialízale a través de las membranas dialíticas convencionales. Partiendo del principio de que en la insuficiencia renal grave se acumula una toxina urémica dializadle que provoca anorexia, es posible que la subdialisis afecte el apetito y conduzca a una ingesta reducida de nutrientes.

· CAUSAS DE ANOREXIA EN PACIENTES EN DIÁLISIS CRÓNICA

o Restricción alimentaria
o Hospitalizaciones frecuentes y procedimientos quirúrgicos
o Factores psicosociales y económicos
o Mal estado de dientes, alcoholismo y abuso de drogas
o Diálisis inadecuada
o Inflamación , infección y sepsis
o Enfermedades subyacentes
o Gastropatía ( diabéticos)

· ANOREXIA Y FUNCION RENAL RESIDUAL

En pacientes con diálisis peritoneal ambulatoria, se demostró que el componente renal de la depuración total de urea y creatinina se correlaciona significativamente con la ingesta proteica. Esto sugiere que la función renal residual posee una influencia mayor que la dosis de diálisis peritoneal sobre el apetito por las proteínas. Algunos estudios revelaron que el nitrógeno corporal toral disminuye durante los primeros años del tratamiento de diálisis peritoneal ambulatoria continua, concomitantemente con la caída de la ingesta proteico-enérgica.

· ANOREXIA Y TOXINAS UREMICAS DIALIZABLES

Se considera que después de la mejoría del apetito, la diálisis evoca a la posibilidad de que la anorexia sea producto de toxinas urémicas.

· LEPTINA Y ANOREXIA

El gen LEP se expresa exclusivamente en células adiposas que sintetizan y secretan leptina en la circulación. LA administración de leptina recombinante suscita efectos biológicos significativos, inhibición de la ingesta de alimentos, estimulo del gasto energético, reversión de la obesidad, mejora de la resistencia a la insulina y la aceleración de la maduración sexual. La Leptina es un importante regulador del centro de la saciedad en el cerebro. Muchos pacientes con IRC terminal presentan hiperleptinemia a raíz del compromiso de la depuración renal o el aumento de síntesis de leptina.

· ANOREXIA Y CITOCINAS

Las citosinas también pueden suprimir el apetito, por lo cual la desnutrición puede verse acelerada.

INGESTA CALÓRICA

Se sabe que en individuos normales el balance nitrogenado depende en gran medida del aporte energético. Un aporte energético alto puede tener un efecto ahorrador de proteínas, mientras que la reducción de la ingesta energética puede acarrear un balance nitrogenado negativo. Se comparó en pacientes con diálisis peritoneal la ingesta proteica como la de energía total se correlaciona significativamente con el balance nitrogenado. La deficiencia de energía puede ser un factor importante que contribuye al compromiso de la utilización de la proteína alimentaria

ACIDOSIS METABÓLICA

La acidosis metabólica fue identificada como un estímulo importante del catabolismo proteico. La acidosis es el único factor reconocido hasta hoy como inductor del catabolismo y afecta la oxidación del nitrógeno en la uremia. Estudios en seres humanos demostraron que la acidosis metabólica compromete a los aminoácidos, la utilización de nitrógeno, así como acelera la pérdida de masa corporal magra en los pacientes con uremia crónica. En los pacientes urémicos crónicos no dializados, la corrección de la acidosis metabólica mejora el balance nitrogenado y reduce la aparición de urea, la proteólisis muscular y la oxidación de leucina; la corrección en pacientes con diálisis peritoneal demuestra una disminución de la degradación de la proteína corporal total.

Existen resultados significativos de estudios en animales y seres humanos que indican que la acidosis metabólica induce el catabolismo proteico. No obstante, los indicios de que la corrección de la acidosis en la hemodiálisis mejora el estado nutricional provienen de estudios hechos durante períodos breves y pueden tener implicaciones diferentes a largo plazo. Por ende se recomienda mantener el bicarbonato sérico en la pre-diálisis mayor a 22mmol/L y en la diálisis cerca de 24mmol/L mediante ajustes del balance de diálisis o el suplemento de bicarbonato de sodio por vía oral.

CATABOLISMO RELACIONADO CON LA HEMODIÁLISIS

Al estudiar el balance nitrogenado de pacientes en hemodiálisis con diferentes niveles de ingesta proteica, observaron que era negativo en los días de diálisis y positivo en los días sin diálisis, estos hallazgos sugieren que el procedimiento hemodialítico es de por sí un estímulo catabólico. Notablemente, estos efectos indeseables persisten durante al menos 2 horas siguientes a la finalización de la hemodiálisis,

Las pérdidas de glucosa en una diálisis pueden ser de 25-30 gr., para mantener su homeostasis se restaura mediante la movilización de depósitos de glucógeno hepático y la gluconeogénesis, hay degradación proteica para restaurar las pérdidas de aminoácidos. Se observó también que el balance nitrogenado es negativo en un día de diálisis sin glucosa, en vista de ello cabría esperar que la terapia dialítica promueva el catabolismo proteico. Sin embargo otros estudios resaltan que el añadido de glucosa al dializado no evitó el catabolismo proteico elevado, por lo que la glucosa añadida no tendría efecto ahorrador de proteína.

La pérdida total de aminoácidos es de 10-13 gr. Por diálisis, y dependen de la membrana que se usa durante la diálisis. Se pierde menor o igual cantidad de aminoácidos en la diálisis peritoneal a comparación de la hemodiálisis, sin embargo, la pérdida proteica es mayor en la diálisis peritoneal cuando se compara con la hemodiálisis y se sitúa en torno de 5-15 g/día. La peritonitis puede aumentar la pérdida en 50-100%.

Un experimento en personas sanas comprobó que el contacto de la sangre con la membrana de cuprofán de un dializador produjo un aumento de la liberación de aminoácidos del músculo de la pierna, correspondiente a una proteólisis incrementada de 15-20 gr., entonces el proceso de hemodiálisis puede provocar una reacción inflamatoria según el material utilizado, esta reacción es más acentuada con las membranas celulósicas que con las sintéticas.

DESNUTRICIÓN E INFLAMACIÓN: NUEVOS CONCEPTOS

Existen datos recientes de que los pacientes renales crónicos pueden padecer un estado inflamatorio crónico, reflejado por niveles elevados de marcadores inflamatorios en la circulación. En este contexto, hay una reducción de la síntesis hepática de albúmina, que luego produce hipoalbuminemia. En un estudio se relacionó la disminución de la albúmina con los niveles séricos de proteína C reactiva y amiloide de tipo A; estos marcadores de inflamación parecen ser mediados por citoquinas, por lo que en pacientes en hemodiálisis se encontró ascensos significativos de citoquinas inflamatorias: IL-1, IL-6, IL-8, TNF.

EVALUACION Y MONITOREO DEL ESTADO NUTRICIONAL EN LOS PACIENTES CON AFECCIONES RENALES

La función renal juega un papel en la regulación del equilibrio ácido-base, balance hidroeléctrico, metabolismo fosfocálcico y balance nitrogenado. Por ello, la insuficiencia renal aguda (IRA) o crónica (IRC) afectan de una manera especial la situación metabólica nutricional de los pacientes. Estos pacientes tienen alta prevalencia de malnutrición calórico-proteica, con alteración del compartimiento graso y proteico, así como una profunda alteración de las proteínas séricas. Se recomienda, aun existiendo una buena situación nutricional, monitorizarlos cada 6 meses si su edad es inferior a 50 años y cada 3 meses en mayores de 50 años.

Esta evalución se hace con el objeto de identificar pacientes que están cursando con desnutrición o están con riesgo de hacer un proceso de desnutrición. Se debe tener en cuenta los factores que influyen en la aparición y el progreso de la desnutrición.

No existe un patrón o protocolo ideal para poder diagnosticar de forma certera la desnutrición en pacientes con afecciones renales, existen muchos parámetros que nos ayudan como parámetros antropométricos y bioquímicos como albumina, creatinina transferrina, colesterol se encuentran en niveles inferiores a los normales. Estos nos pueden ayudar a valorar el riesgo del paciente pero sus valores caen tardíamente en el deterioro del estado nutricional de este paciente. Además que nos será mucho más difícil de interpretar estos valores bioquímicos si además existe una patología hepática concomitante, anemia ferropénica o alguna inflamación de larga data.

Valoración nutricional en la insuficiencia renal

En la IRA se presenta un estado hipercatabólico que produce un aumento en el consumo de glucosa. Si no existe un aporte dietético adecuado, una vez agotados los depósitos de glucógeno hepático, comienza una fase de neoglucogénesis. La proteólisis produce una acidosis metabólica, que a su vez favorece el catabolismo proteico, dando lugar a una pérdida cada vez mayor de masa muscular y al empeoramiento del estado nutricional del paciente.

Además, el acúmulo en sangre de productos nitrogenados genera anorexia y náuseas, manteniéndola situación de catabolismo al no permitir una ingesta adecuada. En resumen es importante mantener un aporte energético adecuado, con un buen aporte de hidratos de carbono para mantener el balance nitrogenado.

En el caso de los pacientes con insuficiencia renal crónica, la malnutrición calórico-proteica se produce por el propio fracaso de la función renal, al producirse un aumento de factores neuroendocrinos y de citoquinas. Esta alteración hormonal produce hipertrigliceridemia y una alteración del metabolismo hidrocarbonado, con resistencia a la insulina que puede finalizar en un cuadro de diabetes. El aumento de productos nitrogenados y las alteraciones iónicas produce trastornos gastrointestinales que reducen la ingesta, con náuseas y vómitos. Por otra parte, los tratamientos que reciben estos pacientes también repercuten sobre la situación nutricional.

Para poder alcanzar una buena ingesta calórica proteica y mantener un adecuado estado nutricional, es por tanto necesario tener unas buenas herramientas su valoración. Clásicamente se han utilizado diferentes parámetros para valorar el estado nutricional de estos pacientes9 y protocolos para evaluar las diferentes herramientas utilizadas10, llegándose a la conclusión de que las más útiles son aquellas que integran parámetros relacionados con diferentes campos de la evaluación nutricional (parámetros subjetivos, antropométricos, bioquímicos, etc.)

Métodos de evaluación del estado nutricional

Se debe detectar desde la deficiencia subclínica de los nutrientes hasta la desnutrición moderada o grave. No existe una herramienta que nos ayude a alcanzar todos estos objetivos, por esto se emplean muchos índices de manera independiente, cada uno evalúa una variable específica, y luego se evalúan todos estos en conjunto para poder determinar el estado nutricional de paciente.


Métodos de evaluación del estado nutricional

MÉTODOS SUBJETIVOS

Anamnesis

La anamnesis debe incluir todas las informaciones del apetito, la ingesta y la capacidad de metabolizar alimentos.

Hay indicios de que los pacientes en hemodiálisis a menudo presentan ingesta calórico proteica baja, por esto es importante monitorear su ingesta alimentaria.

Existen varios métodos para estimar la ingesta de nutrientes.

- Registros retrospectivos: se utilizan para poder obtener información de las últimas 24 horas, es una forma de evaluar a grandes rasgos la ingesta alimentaria. La desventaja es que se basa en la memoria del paciente. Rememorar la ingesta cualitativa y cuantitativa.

- Registros prospectivos: registro de ingesta de alimentos en un determinado periodo. Un diario de 3 a 7 días nos proporciona una información más confiable de la alimentación del paciente

Examen físico

Verifica la presencia de alteraciones que reflejan una nutrición inadecuada, además de diagnosticar la desnutrición también nos orienta a hacer una evaluacion más detallada del estado nutricional del paciente.

El examen físico evalúa tres grandes áreas

- Estructuras orales y periorales, la piel y estructuras relaciones
- Sistemas: cardiovascular, nervioso central, endocrino, gastrointestinal, inmunitario, muscular, musculo esquelético y renal.

En general signos clínicos como edema, palidez, equimosis, debilidad general. Signos clínicos como edemas, palidez, equimosis, debilidad general, lesiones de la piel, heridas alrededor de la boca.

Sin embargo algunos síntomas aparentemente por deficiencia o excesos nutricionales pueden estar explicados por la propia uremia.

Evaluación subjetiva global

Es una herramienta por la cual se clasifica el estado nutricional sistemáticamente con la anamnesis y la historia clínica.

Toma variables como: pérdida de peso, anorexia, grasa subcutánea y masa muscular

- 1 a 2: desnutrición grave
- 3 a 5: moderada a leve
- 6-7: nutrición normal

Un puntaje mayor en este parámetro se asocia con menor riesgo y menos hospitalizaciones.

MÉTODOS OBJETIVOS

Antropometría

Son simples y seguros. Se presta para evaluar grados de adiposidad y de masa magra de los individuos, emplea mediciones de las partes del cuerpo para determinar la adecuación de la ingesta de nutrientes y los cambios de la composición corporal.

Comprenden la estatura, peso corporal, el porcentaje del peso corporal actual comparado con el habitual y con el teórico, IMC, el espesor de los pliegues cutáneos, la estimación del porcentaje de grasa corporal, la circunferencia, el área muscular total del brazo.

El parámetro más importante es la alteración del peso en un periodo de tiempo.

Pacientes en hemodiálisis crónica con mayor IMC presentan mayor supervivencia.

Exámenes bioquímicos

Albumina sérica

Medida valida y clínicamente útil del estado nutricional del paciente renal crónico.

Esta albumina es un marcador tardío de la desnutrición, además que en algunas ocasiones la hipoalbuminemia en pacientes en diálisis puede ser más un marcador de inflamación que de desnutrición. Aun así este es un factor predictivo independiente de la muerte del paciente.

Urea sérica

La determinación seriada de esta puede ser útil para el monitoreo de la ingesta proteica actual del paciente. Los pacientes desnutridos muestran a menudo una reducción gradual de los niveles de urea sérica. Los niveles predialisis bajos se relacionan con un aumento de la mortalidad.

TRANSFERRINA SERICA

Con una vida media de 8 a 12 horas y una distribución corporal pequeña, la transferrina puede reaccionar con mayor rapidez ante alteraciones del estado proteico cuando se compara con la albumina. Su función principal de la transferrina es ligarse al hierro y trasportarlos a la medula ósea. Como la deficiencia de hierro aumenta los niveles de tranferrina es precizo conocer los niveles de hierro.

El IRC la transferrina se ha utilizado para evaluarlos niveles de hierro .

UREA SERICA

La determinación seriada de los niveles de urea puede ser útil para el monitoreo de la ingesta proteica actual del paciente. Los pacientes desnutridos muestran a menudo una reducción gradual delos niveles de urea sérica. Los niveles predialiticos bajos se correlacionan con aumento de la mortalidad. Es importante subrayar que en caso de que no se considere la ingesta proteica frente a una reducción de los niveles de la urea, ello podría determinar una reducción grave de la prescripción de diálisis que podría acarrear una gravamiento del estado nutricional debido a la uremia.

EVALUACIÓN SUBJETIVA GLOBAL

Es una herramienta mediante la cual se clasifica el estado nutricional de manera sistematica sobre la base de la historia clínica (ananmesis y el examen físico, parámetros físicos y sintomáticos), habitos alimentarios, presencia de trastornos gastrointestinales y modificación de la capacidad funcional. Un gran problema es que alguno síntomas aparentes de deficiencias o excesos nutricionales pueden confundirse con causa no nutricionales como la propia uremia.

El examen físico global tiene por finalidad identificar alteraciones del tejido adiposo y de la masa muscular y presencia de edema. Es importe recordar que esta evaluacion global es subjetiva y no incluye la evaluación de las proteínas viscerales, pues enfoca tan solo el aporte nutricional y la composición corporal.

El estudio CANUSA empleo una evaluación subjetiva global modificada en la que se analizaron cuatro ítems: perdida de peso, anorexia, grasa subcutánea y masa muscular y se pondero cada uno de ellos: 1-2 representaba desnutrición grave, 3-5 desnutricion moderasa a leve y 6-7 nutricion normal, un puntaje mayor se asocia con menor riesgo relativo de muerte y menos hospitalizaciones.

Es importante conocer la definición precisa de los diferentes procedimientos de evaluar el peso corporal, pues lo contrario, puede inducir a error:

1. Peso actual, peso observado en ese momento.
2. Peso ideal, peso que se obtiene de tablas de referencia.
3. Peso habitual, es el peso histórico del paciente.
4. Peso seco: peso que se obtiene postdiálisis.
5. Peso ajustado libre de edema se calcula como (peso seco-(peso ideal-peso seco) x 0,25).

Otro de los parámetros antropométricos más utilizados, es el índice de masa corporal (IMC). Los resultados del estudio realizado con una cohorte de más de casi 10.000 pacientes en USA y Europa, muestran como la mortalidad descendía significativamente en los pacientes de mayor IMC. En otro trabajo (Dialysis Outcomes and Practice Patterns Study) se muestra como un descenso en el IMC mayor de 3,5% se asocia a mayor mortalidad. En nuestro medio también se ha evaluado la importancia de este pará- metro en el seguimiento nutricional de estos pacientes.

PESO IDEAL

El peso ideal es aquel peso el cual sirve de referencia con el que se logra la mayor expectativa de vida. Es un marcador indirecto de la masa proteica y de los almacenes de energía.

Para hallar el peso ideal se han planteado distintas fórmulas por lo que se ha llegado a la conclusión que hallar y dar un número exacto de peso es imposible, usualmente se suele hallar mediante la talla y se puede explicar con la siguiente formula:

Peso Ideal = 0,75 (altura en cm – 150) + 50

En formulas se puede aplicar la siguiente formula:

ecuación de hamwi

Aunque usualmente se suelen utilizar tablas en las cuales algunas no solamente usan la talla, si no también se asocia la contextura de una persona. En estas tablas de acuerdo a los datos que posea el paciente puede tener un aproximado de cuanto debería ser su peso ideal.

PESO SECO

El peso seco nos sirve para valorar el estado de hidratación de los pacientes en hemodiálisis. Como se sabe la eficacia del tratamiento dialítico para pacientes con insuficiencia renal crónica (IRC) depende su calidad de vida y la disminución de la morbimortalidad. En si el peso seco se ha definido de distintas formas entre las cuales tenemos:

· Peso posdiálisis sin que el paciente presente edema periférico detectable, con presión arterial normal y sin hipotensión postural.
· Mínimo peso que el paciente puede tolerar sin presentar síntomas intradialíticos o de hipotensión al final de cada sesión de tratamiento.
· Peso en el cual no hay exceso de hidratación extracelular en los tejidos.

El conocimiento de la composición corporal y la distribución de los fluidos en los pacientes renales es de gran importancia desde el punto de vista nutricional y de adecuación de la diálisis. Si el peso seco no se estima adecuadamente, se inicia la aparición de la sintomatología relacionada con desequilibrio hídrico.

Hay que tener en cuenta que un sujeto sano de 70 Kg tiene aproximadamente entre 14 y 16 litros de agua extracelular. Sobre esta base se establece la relación entre el peso y el agua extracelular, que se expresa bajo la pendiente de normovolemia. En los pacientes con ERC, la ingesta de fluidos se acumula en el cuerpo; esto causa un aumento de peso, denominado pendiente de hipervolemia. Durante la ultrafiltración, el peso de los pacientes disminuye 1 Kg por cada litro de fluido removido, si la densidad de este es única. Así, la hipervolemia toma un valor de 1 L/Kg. El peso en el cual hay una intersección entre normovolemia e hipervolemia es el que se conoce como peso seco. La siguiente formula se utiliza para hallar este peso seco:

peso seco

Ps = peso seco
Hv = hipervolemia: conocido como un trastorno hidroeléctrico consistente en un aumento anormal del volumen de plasma en el organismo.
Pp = peso post-diálisis
Ae = agua extracelular: es el líquido que se encuentra fuera de las células, incluyendo el que tienen el plasma, la linfa, el líquido cefalorraquídeo y las secreciones. Constituye aproximadamente un 20% del agua total corporal.
Nv = normovolemia: definido como el volumen sanguíneo total normal.

Siendo la Hipervolemia = 1 como constante determinada en el artículo y siendo la normovolemia una constante para mujer de 0,214 L/kg y para hombre de 0,239 L/kg.

El peso seco nos va a dar una valoración cuantitativa, sin la cual la planificación de una estrategia de eliminación de líquido no es eficaz. La revisión periódica de la medicación, así como el control de ultrafiltración por la tasa y el tiempo son factores determinantes al momento de establecer dicha valoración. En primer lugar, la aparición de síntomas recurrentes impone un límite ineludible, en lo que se refiere al punto final que se puede lograr; este punto final, puede ser influenciado por trastornos cardiovasculares o calambres, de manera que impiden el logro de los objetivos de peso seco. Por otro lado, se debe resaltar que la bioimpedancia observa todo el estado líquido del cuerpo, los pacientes pueden presentar edema a pesar de normovolemia en los espacios vasculares; en estos casos, será necesario mantener la sobrehidratación total del cuerpo, con el fin de evitar problemas de inestabilidad cardiovascular. Sin embargo, se tratará de facilitar la prescripción más racional de los medicamentos antihipertensivos y una mejor planificación de estrategias para la ultrafiltración de líquido.

REQUERIMIENTOS DE ENERGÍA, AGUA Y MACRONUTRIENTES


El envejecimiento y la pluripatología aumentan el riesgo de padecer deficiencias nutricionales, por lo que una correcta nutrición en el anciano va a jugar un importante papel en el retraso de la aparición de enfermedades y aumento la calidad de vida

REQUERIMIENTOS DE ENERGÍA


Con la edad se producen una serie de cambios que van a modificar los requerimientos nutricionales de energía, debido principalmente a la reducción de la actividad física, voluntaria o asociada a discapacidades, y a cambios en la composición corporal; concretamente, el descenso de la masa magra da lugar a la disminución de la tasa metabólica basal del 1% al 2% por década a partir de los 20.

Por todo ello, se aconseja, en general, una reducción en la ingesta de 600 kcal en varones y de 300 kcal en mujeres, respecto a lo aconsejado en individuos de edad inferior, si bien es cierto que existen diferencias dependiendo del estilo de vida y la salud de estas personas. Sin embargo, esta disminución en la ingesta de energía entre las personas mayores, con frecuencia, se asocia a una baja ingesta de nutrientes, y por tanto a un aumento del riesgo de caer en deficiencias nutricionales; por otro lado, las situaciones de exceso de ingesta calórica en el anciano son bastante habituales. Este desequilibrio en la ingesta energética da como resultado la aparición de obesidad, que se ve acentuada por la escasa actividad física. Actualmente, las necesidades energéticas se calculan multiplicando el gasto basal por un coeficiente de actividad de acuerdo con el tipo de actividad desarrollada (FAO, 2004). Para calcular el primero (kcal/día), se emplean las ecuaciones propuestas por la organización Mundial de la Salud (OMS) para personas mayores de 60 años, teniendo en cuenta el peso y el sexo:

Varones: [13.5 * peso (kg)] + 487
Mujeres: [10.5 * peso (kg)] + 596

El coeficiente de actividad por el cual es necesario multiplicar el gasto basal es:

coeficiente de actividad

También podemos utilizar las ecuaciones de Harris-Benedict revisadas por Mifflin y St Jeor en 1990 y utilizadas en la actualidad:


ecuaciones de Harris Benedict Mifflin St Jeor
Estas estimaciones generales deben ser empleadas con precaución, ya que no tienen en consideración el grado de actividad individual ni las enfermedades concurrentes. El aumento de la actividad física en las personas de edad avanzada puede tener repercusiones nutricionales positivas, ya que el ejercicio evita la pérdida de masa muscular, lo que contribuye a aumentar el gasto energético, permitiendo un mayor consumo de alimentos sin que se produzcan incrementos de peso y deficiencias nutricionales.

REQUERIMIENTOS HÍDRICOS

Con frecuencia, el agua no se incluye en las listas de nutrientes, aunque es un componente esencial para el mantenimiento de la vida. Debido a los cambios en los mecanismos de la sed, a la disminución de la función renal y al descenso del agua corporal total que se producen en el envejecimiento, los ancianos tienen un alto riesgo de deshidratación, que se asocia con hipotensión, estreñimiento, aumento de la temperatura corporal, confusión mental, dolor de cabeza e irritabilidad.

La estimación de las necesidades de agua en el anciano es compleja y difícil. Algunos autores recomiendan 30 mL/kg/día, con un mínimo de ingesta de 1500-2000 mL/día, o como indican Russell et al. al menos 8 vasos de agua al día, necesidades que pueden estar incrementadas cuando hay calor ambiental, fiebre, infección, vómitos o diarreas, pérdidas excesivas inducidas por fármacos (laxantes y diuréticos) y cafeína. Para muchas personas de edad avanzada este objetivo a veces es difícil de conseguir debido a su incapacidad física, que dificulta el acceso al agua, debida en algunos casos a patologías con elevada incidencia en las personas mayores como la EP, artritis o demencia, o por la menor sensación de sed. Incluso, algunos ancianos evitan consumir líquidos por miedo a la incontinencia urinaria, o para evitar las urgencias al baño cuando están fuera de casa, o por el miedo a los dolores artríticos que ocasionan las repetidas visitas al servicio.

REQUERIMIENTOS DE MACRONUTRIENTES

PROTEÍNAS


Una de las manifestaciones del proceso de envejecimiento es la disminución de la masa muscular, sin embargo, a pesar de esta pérdida, los requerimientos de proteínas son similares a las de adultos de menor edad, recomiendan un consumo de proteínas para las personas mayores de 60 años de 54 g/día para los varones y 41 g/día para las mujeres, recomendándose que el aporte de energía de las proteínas no supere el 10-15% de las calorías totales, lo que en términos absolutos supone 0.8 g/kg/día. Los ancianos con algún tipo de inmovilidad, por encamamiento o invalidez, o sometidos a periodos de estrés secundarios a infección, cirugía o traumatismos, necesitan aportes más altos de proteínas para el mantenimiento del balance nitrogenado, en el primer caso, o para evitar una depleción proteica progresiva, en el segundo y tercero (alrededor de 12-17%, que en términos absolutos se traduce como 0.8-1.0 g/kg/día, pudiendo llegar a 1.5 g/kg/día). Por otro lado, también existen situaciones en las que es conveniente disminuir la ingesta proteica, como en el caso de que existan alteraciones hepáticas o renales. En ocasiones, el aporte de proteínas puede estar comprometido debido a trastornos de la masticación, restricción del consumo de productos de origen animal para controlar la ingesta de grasa y colesterol, alteraciones digestivas, coste elevado de los alimentos proteicos, etc.

La deficiencia de proteína puede favorecer el desarrollo de complicaciones como alteraciones en la función inmune, aparición de edemas y úlceras de decúbito, mayor número de infecciones urinarias, respiratorias, mala cicatrización, pérdida de masa muscular y astenia, depresión, e incluso, inmovilidad. Dado que algunos autores han planteado que el deterioro físico, característico de las personas de edad avanzada, da lugar a que algunos aminoácidos que no eran esenciales pasen a serlo, es preciso vigilar no sólo la cantidad sino también la calidad de las proteínas ingeridas, por este motivo, los ancianos deben incluir en su dieta alimentos que aporten proteínas de alta calidad como carne, huevos, pescados y lácteos.

No obstante, en el caso de las proteínas, al igual que ocurre con otros nutrientes, es muy importante un buen estado de la dentadura. Para los ancianos que tienen deteriorada su capacidad masticatoria las carnes no suelen ser bien aceptadas, al igual que las verduras y frutas, pudiendo poner en peligro la ingesta de algunos nutrientes como tiamina, hierro, ácido fólico, vitamina A y carotenos.

La mayoría de los ancianos españoles tienen ingestas proteicas bastante elevadas; Diversos estudios han asociado la ingesta excesiva de proteínas a un aumento del riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer, como el de mama, laringe y colon, y una mayor excreción urinaria de calcio, contribuyendo así al desarrollo de osteoporosis en personas predispuestas, lo que se asocia con mayor riesgo de fracturas.

LÍPIDOS

La grasa de la dieta tiene un importante papel suministrando ácidos grasos esenciales y vitaminas liposolubles, siendo, además, una buena fuente de energía y el agente palatable (aceptable) por excelencia.

En los ancianos la digestión de las grasas es normal, por lo que si no existe ningún problema de salud añadido que lo justifique, las recomendaciones dietéticas para ellos son similares a las del resto de la población. De hecho, las calorías aportadas por las grasas no deben superar el 30-35% de las kilocalorías totales de la dieta. En la población europea y americana se recomienda que el aporte de lípidos no sobrepase el 30% de la energía diaria, sin embargo, en España y otros países en los que el aceite de oliva representa la parte mayoritaria del total de la dieta, su ingesta global puede llegar hasta el 35% de la energía. Es importante tener en cuenta la calidad y la cantidad de grasa ingerida, puesto que tiene influencia sobre la regulación de los lípidos sanguíneos que pueden ser factor de riesgo para algunas enfermedades crónicas. El consumo de grasa total y saturada (AGS) es elevado en los ancianos españoles, mientras que la cantidad de ácidos grasos poliinsaturados (AGP) es escasa. En referencia a este tema, se recomienda aumentar el aporte de ácidos grasos poliinsaturados de la familia n-3, muy abundantes en los pescados, por sus efectos antiinflamatorios, antitrombóticos, antiarrítmicos, hipolipemiantes y vasodilatadores, que los hace útiles en la prevención de la enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes y algunos tipos de demencia.

Por otro lado, diferentes estudios han señalado el efecto beneficioso de los ácidos grasos monoinsaturados (AGM) sobre la distribución de las lipoproteínas plasmáticas, reduciendo los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL-colesterol) y aumentando las de alta densidad (HDL-colesterol), proporcionando, además, una protección parcial frente a la peroxidación lipídica y de lipoproteínas, de ahí que se recomiende que la energía aportada por estos ácidos grasos sea superior al 13% de las calorías totales.

recomendaciones dieteticas lipidos

Es necesario tener cuenta la existencia de otros factores (diabetes, tabaquismo, obesidad, etc.) para evaluar el posible riesgo, en consecuencia, la necesidad de introducir restricciones con respecto a la grasa. Una reducción severa de grasa podría agravar o desencadenar estados carenciales de vitaminas liposolubles, que tienen que ser absorbidas con la grasa dietética, además de comprometer el consumo de algunos alimentos, como carnes, pescados, lácteos o quesos y los nutrientes que éstos aportan (proteínas, vitamina D, calcio, hierro, zinc, etc.). Asimismo, la grasa es el agente palatable por excelencia, por lo que un contenido graso inferior un 20% de su valor calórico dará lugar a dietas menos sabrosas y apetecibles, lo que puede conducir a situaciones de desnutrición.

HIDRATOS DE CARBONO

Aunque algunos estudios sugieren que la capacidad de metabolizar los carbohidratos está disminuida en los ancianos, no existen recomendaciones específicas para este colectivo de edad, por lo que éstas son similares a las establecidas para adultos más jóvenes, es decir, estos macronutrientes deben representar entre el 50% y 60% del aporte calórico diario. En general, parece conveniente incrementar el consumo de hidratos de carbono, puesto que en la mayoría de los casos está disminuido en beneficio de la ingesta de lípidos y proteínas. Este aumento debe realizarse a expensas de carbohidratos complejos, presentes mayormente en cereales, algunas verduras y hortalizas, frutas y leguminosas, mientras que los hidratos de carbono sencillos deben suponer menos del 10% de la energía total, si bien no deben mirarse con excesivo recelo, dado que son una fuente de energía útil en personas con poco apetito y favorecen el consumo de otros alimentos. Dentro de este 10% no se incluyen los azúcares sencillos de las frutas, verduras y lácteos, por ser vehículo de minerales y vitaminas.

En ocasiones, es necesario restringir el consumo de hidratos de carbono; sin embargo, esto no es deseable del todo. En concreto, en ancianos sin problemas de intolerancia a la glucosa se ha comprobado que el aumento de carbohidratos en la dieta se relaciona con una mejora de la función cognitiva.

FIBRA

El consumo de alimentos ricos en fibra, es muy recomendable en personas de edad avanzada, dado que ésta estimula el peristaltismo intestinal y reduce el tiempo de tránsito intestinal, previniendo y mejorando el estreñimiento, tan frecuente en los ancianos; por otro lado, diversos estudios sugieren que un aporte adecuado de fibra ayuda a controlar el peso corporal, y a regular la colesterolemia, glucemia e hipertensión. Asimismo, se ha relacionado cierto efecto protector de las dietas ricas en fibra frente a diverticulosis y algunos tipos de cáncer, como el de colon y páncreas. En cuanto a la cantidad de fibra recomendada existe bastante controversia. Diversos organismos oficiales, como la “Sociedad Española de Nutrición Comunitaria”, “American Heart Association”, “National Institute of Cancer”, o “American Dietetic Association”, recomiendan ingestas diarias de fibra superiores a 25 g/día, aunque la mayoría de los ancianos españoles no alcanzan estas recomendaciones.

Por otro lado, aportes excesivos de fibra pueden ocasionar malestar abdominal o flatulencia, pudiendo comprometer la absorción de algunos micronutrientes, como el calcio y el zinc, por lo que países como Francia e Inglaterra recomiendan un consumo de fibra para la población geriátrica entre 18 a 20 g/día.

REQUERIMIENTOS DE MICRONUTRIENTES

INGESTA PROTEICA

Las recomendaciones de ingesta proteica varían en función del estadio del paciente. En tanto, que en la ERCA se recomienda una restricción moderada de la ingesta de proteínas; en paciente en diálisis, las ingestas deben ser mayores para compensar el carácter catabólico de la técnica.

Restricción de proteínas en la ERCA

El riñón es la vía natural de eliminación de los productos nitrogenados. Se basa en que, a diferencia de azucares y grasas cuyo producto final es H2O y CO2, el producto final del metabolismo proteico es el nitrógeno, que se elimina principalmente por vía renal, en forma de urea. Con la progresión de la insuficiencia renal estos productos nitrogenados (junto a fosfatos, sulfatos y ácidos orgánicos) se acumulan en proporción a la perdida de la función renal. Esto no solamente dio origen al principio de restricción de proteínas, sino también al modelo cinético de la urea para establecer la dosis de diálisis. De hecho la restricción proteica ha prevalecido durante décadas (desde 1918) y ha sido la piedra angular del tratamiento cuando no existía la diálisis.

Son incontables los trabajos publicados a favor de los beneficios de la restricción proteica en la uremia, aunque la inmensa mayoría han sido retrospectivos o no controlados y por lo tanto con escaso nivel de evidencia. Sin embargo, el ensayo clínico prospectivo y randomizado de Klahr S y col, junto a posteriores subanálisis, y tres metaanálisis han demostrado de forma convincente las ventajas renoprotectoras -aunque modestas- de la restricción proteica. Se estima que la dieta hipoproteica retrasa la progresión de la IRC en aproximadamente 0,5 mL/min/año. Este concepto no sería aplicable a los pacientes con poliquistosis renal, muy dudoso en nefropatías no proteinúricas; pero especialmente beneficioso en la nefropatía diabética.

Los mecanismos antiproteinúricos propuestos son de dos tipos: 1) hemodinámicos, por reducción de la hiperfiltración; y 2) metabólicos, reduciendo la generación de citoquinas y de genes implicados en producción de matriz mesangial. En el terreno experimental, está demostrado que los efectos adversos de una elevada ingesta proteica guardan relación con el incremento del filtrado glomerular, la hipertrofia glomerular y la proteinuria, o la preservación de la autoregulación.

La OMS determinó que la ingesta proteica mínima para mantener un balance proteico equilibrado es de 0,6 gr/kg/día. En general, las recomendaciones de ingesta proteica en la población general son de 0,6-0,8 gr/kg/día, y así se han trasladado al paciente con ERCA. Sin embargo, en el terreno práctico esta dieta es algo restrictiva para nuestros hábitos nutricionales. Una dieta de 0,8-0,9 gr/kg peso ideal/día resulta una propuesta razonable y posibilista en pacientes con ERCA.

El empleo de los ceto e hidroxianalogos -que deberían combinarse con una dieta de 20-30 gr de proteínas- han demostrado beneficios adicionales en algunas publicaciones. Sin embargo, son virtualmente impracticables en pacientes con sensación subjetiva de bienestar y apetito, y no se ha consolidado su recomendación.

Recomendaciones en diálisis

Dado el carácter catabólico de la técnica, las recomendaciones de ingesta proteica en el paciente en diálisis, son algo más elevadas que en la población general. Las guías de práctica clínica coinciden que los requerimientos proteicos del paciente en HD son de 1,1-1,2 gr/kg de peso ideal/día, y en DP ligeramente mayores, 1,2-1,3 gr/kg de peso ideal/día, con un 50% de proteínas de elevado valor biológico.

INGESTA DE FÓSFORO

Se considera que el balance de fósforo (P) en un adulto normal se consigue con una dieta de P de 800-1.600 mg/día. De forma global, en pacientes con ERCA la ingesta de P recomendada es de 800-1.000 mg/día. Los aportes de P están muy relacionados con la ingesta proteica, existiendo una correlación muy estrecha entre la ingesta de P y de proteínas, como así también en la eliminación urinaria de nitrógeno y P. En pacientes con ERCA, donde la ingesta proteica recomendada es de 0,8-0,9 gr/kg/día, ésta se corresponde con una ingesta de 800-900 mg de P [50]. Por ello, es difícil la restricción del fósforo sin una restricción de la ingesta proteica, en particular de origen animal.

Este problema se hace presente en el paciente en diálisis, donde una ingesta de proteínas de 1,1-1,3 gr/kg/día se acompaña, normalmente, de una ingesta de P de aproximadamente 1.000 mg o incluso mayor. Una dieta de 1.200 mg P al día debe considerarse como inapropiadamente elevada.

En este sentido, el objetivo debe ser conseguir el nivel de P más bajo posible en la dieta, asegurando una ingesta proteica adecuada. Las guías K/DOQI del metabolismo mineral recomiendan un aporte de P de 10 a 12 mg de fósforo por gramo de proteína. Este cociente obtenido de un cuestionario de ingestas, fue estudiado por Noori N et al, quienes hallaron una asociación directa entre este cociente y la supervivencia. Los autores destacaron que un cociente superior a 16 mg P/gr proteína incrementaba un 30% el riesgo de mortalidad en pacientes en HD. Una adherencia razonable a esta restricción de P, se consigue con una restricción de proteínas animales, haciendo especial hincapié en la reducción de lácteos. Es destacable que el P orgánico se absorbe un 50%, y que la proporción absorbida es mayor en las proteínas de origen animal que vegetal. Asimismo, el contenido de P es mayor en los lácteos que en los restantes nutrientes. De forma orientativa, digamos que los lácteos proporcionan ±20 mg P/gr proteínas, las carnes y legumbres: 10-15 mg P/gr proteína y algo menos los pescados y mariscos. Recientemente se han publicado unas tablas de cociente P/proteínas de utilidad para la población española, que aunque no incluye los aditivos de los alimentos, es de enorme utilidad para conocer los alimentos con menor contenido de P, respecto a la cantidad de proteínas. Estas tablas nos pueden ayudar a elegir productos con un bajo ratio P/proteínas (< de 15 digamos)

Otra fuente importante de P es el elevado contenido en los aditivos, tales como las conservas, congelados y bebidas gaseosas. Las carnes precocinadas, curadas o con aditivos son una fuente importante de P y Na. Además el P contenido en los aditivos se absorbe en un 90 % y pueden aumentar la ingesta de fósforo entre 0.5-1 gr/día. La restricción de alimentos ricos en aditivos puede tener un claro efecto favorable en el control de la hiperfosforemia.

INGESTA DE CALCIO

Los requerimientos de calcio (Ca) en un adulto sano se han establecido entre 800 y 1.000 mg/día. En la ERC la absorción intestinal de Ca disminuye como consecuencia del déficit de calcitriol. Por lo tanto, se han postulado requerimientos algo mayores, aproximadamente de 1.200-1.600 mg/día. Las Guías de práctica clínica han recomendado que la suma de todas las entradas de Ca elemento debería ser de 1-1,5 gr/día, tolerancia hasta 2 gr/día. Sin embargo, estas cifras conllevan, en general, una elevada entrada de proteínas y de P. Asimismo, existen evidencias de que los suplementos de Ca se asocian a un incremento de las calcificaciones vasculares tanto en la población general como en el paciente en diálisis , relacionando esta última con la ingesta de captores cálcicos . Por todo ello, progresivamente se han ido reduciendo las recomendaciones de ingesta cálcica o de la administración de suplementos.

En este sentido, en la ERCA la restricción proteica, especialmente de lácteos, ha contribuido a controlar la ingesta de P y reducir la de lácteos. Una ingesta proteica estándar para un enfermo ERCA, de 50-60 gr de proteínas, conlleva un aporte de Ca de 400-800 mg, aparentemente subóptimo. Sin embargo, la tendencia actual ante el riesgo de calcificaciones vasculares, es optimizar los aportes de proteínas y P de forma prioritaria. Los suplementos de Ca deben individualizarse en función de los parámetros bioquímicos (Ca, PTH) y el riesgo de calcificación vascular.

En el paciente en diálisis, una dieta de 1-1,2 gr/Kg/día de proteínas contiene entre 550 y 950 mg de Ca elemento, en función de la cantidad de lácteos ingeridos. La absorción intestinal de Ca es baja, en torno al 15-30 % y depende en gran medida de la disponibilidad de vitamina D. Los ajustes en la concentración de Ca en el líquido de diálisis y los suplementos orales contribuyen en estos enfermos a optimizar el balance de Ca. Aunque siempre se recomienda individualizar, las guías KDIGO del metabolismo mineral sugieren de forma general, el empleo de una concentración de 5 mg/dl de Ca en el líquido de diálisis.

INGESTA DE POTASIO

Los requerimientos mínimos diarios de potasio son de aproximadamente 1.600 a 2.000 mg (40 a 50 mmol; 40 mg = 1 mmol). Las recomendaciones para el adulto sano son 4700 mg/dia (117 mEq) siendo considerados requerimientos mínimos 1.600-2.000 mg (40-50 mEq).

La hiperpotasemia (K>5,5 mEq/L) es una complicación seria en los pacientes en diálisis. Se estima que representa el 3-5% de las muertes en diálisis, y una de cada cuatro emergencias en HD. En pacientes con ERCA y diuresis elevada, el desarrollo de hiperpotasemia es raro. Sin embargo, cifras elevadas de K pueden constatarse en casos de bloqueo por IECA/ARA, empleo de betabloqueantes, acidosis, y especialmente en aquellos tratados con diuréticos antialdosterónicos Además de las complicaciones agudas con alto riesgo de muerte, la hiperpotasemia conlleva otras circunstancias adversas como son: limitación del uso de fármacos renoprotectores, el uso abusivo de captores intestinales de K, o incluso la suspensión de intervenciones quirúrgicas ante un incremento de K por ayuno pre quirófano.
La transgresión dietética es la causa más divulgada y la restricción de alimentos ricos en K la recomendación sobre la que se hace mayor hincapié, tanto por parte de los nefrólogos como por los nutricionistas. Se considera inconveniente sobrepasar una ingesta diaria de 2,8 gr/día, es decir unos 112 mEq. Fue en pacientes diabéticos que desarrollaban insulinopenia, la primera vez que se advirtió del riesgo de hiperpotasemia con el ayuno. Posteriormente, dos estudios metabólicos demostraron el desarrollo de hiperpotasemia tras ayuno en pacientes en hemodiálisis. Es bien conocido que la insulinopenia y la acidosis metabólica, dos situaciones que se dan en caso de ayuno, contribuyen al desarrollo de hiperpotasemia.

OBJETIVOS DE LA NUTRICIÓN EN EL SINDROME NEFRÓTICO

El objetivo primario del tratamiento nutricional es la reposición de la albúmina y de otras proteínas plasmáticas perdidas por la orina en este síndrome. Dependiendo del estado del paciente, estos pueden requerir un seguimiento nutricional cuidadoso y por un tiempo prolongado.

Se tiene a la vez como objetivos dentro del síndrome, evitar la progresión de la lesión renal con las debidas manipulaciones alimentarias.

En puntos concretos, los objetivos del manejo nutricional del síndrome nefrótico son:

1. Compensar la desnutrición proteica
2. Prevenir el catabolismo proteico
3. Disminuir la velocidad de progresión de la nefropatía
4. Disminuir la pérdida de proteínas en la orina
5. Combatir la anorexia
6. Proveer una cantidad adecuada de kilocalorías
7. Controlar la hipertensión arterial y la ingesta de sodio

Con respecto a las proteínas y kilocalorías, la dieta debe proporcionar la energía y las proteínas suficientes para mantener el balance nitrogenado positivo y promover el aumento de la concentración de albúmina sérica, con desaparición del edema.

En el contexto de una anorexia, común en estos pacientes, se debe presentar una gran variedad de alimentos de manera atrayente y sabrosa, con el objetivo de despertar el apetito y aumentar la ingesta.

Con respecto a los lípidos, el objetivo va en sentido a la disminución de la ingesta de ácidos grasos saturados de una manera secuencial, a su vez, se buscaría la unión del tratamiento farmacológico y nutricional.

El objetivo nutricional en relación a sodio y potasio, es la dieta sin agregado de sal para evitar la retención de agua y la hipertensión arterial. La sal debe usarse con moderación durante la preparación y su consumo, pueden requerirse en casos poco frecuentes, dietas muy pobres en sodio o productos especializados. Se requiere de un control de la concentración sérica de potasio, para determinar si existe la necesidad de una dieta rica o pobre en este mineral o en caso de una terapia concomitante, la sustitución del diurético utilizado.

OBJETIVOS DE LA TERAPIA NUTRICIONAL EN LAS DISLIPIDEMIAS

La hipertrigliceridemia es la alteración lipídica descrita con mayor frecuencia en los pacientes que tienen IRC. Estudios recientes demostraron que la hiperlipidemia puede intervenir en la progresión de la enfermedad renal, esto en investigaciones con pacientes con nefropatía diabética y no diabética. Las dietas altas en colesterol aumentan la excreción urinaria de la albúmina y causan glomeruloesclerosis, sobre todo cuando se combinan con hipertensión.

Entonces nuestro objetivo en este apartado de las dislipidemias, será tratar la obesidad, cuya relación con las dislipidemias está muy bien documentada, la obesidad se asocia con un aumento del colesterol LDL, reducción del colesterol HDL, así como efectos nocivos cardiovasculares.

SOPORTE NUTRICIONAL EN LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

La insuficiencia renal aguda (IRA) se presenta frecuentemente en el contexto de pacientes hospitalizados (3–10% de incidencia), y en especial en unidades de cuidados intensivo (10–30% de incidencia), siendo menos frecuente la IRA como enfermedad renal exclusiva.

Esta alta incidencia en unidades de pacientes críticos se explica por las comorbilidades asociadas a este tipo de pacientes como sepsis, politraumatismo, quemados, falla multiorgánica, además del uso de drogas nefrotóxicas o uso de medios de contraste endovenoso.

La presencia de IRA se considera como un factor independiente de morbilidad y mortalidad hospitalaria, lo que explica la importancia de evaluar las distintas alteraciones que se producen como consecuencia de la falla renal aguda entre las que cuenta el desequilibrio electrolítico, los defectos en el balance hídrico y en el estado ácido-base, además de las alteraciones metabólicas y nutricionales asociadas. En este sentido, el hipercatabolismo y la consecuente desnutrición calórico proteica destacan como un problema central en este tipo de pacientes. Esta desnutrición presenta una alta frecuencia en las pacientes IRA. Evaluándose a través de una Evaluación Global Subjetiva se ha definido que afecta aproximadamente al 40% de los pacientes con IRA que están bajo el cuidado de unidades de pacientes críticos.

Por otro lado, los defectos asociados a la terapia de sustitución de la función renal, contribuyen a deteriorar más aún el estado nutricional, lo cual es más significativo en la medida que la terapia de sust itución renal es más eficiente.

El propósito de esta revisión es entregar información actualizada sobre los fundamentos y relevancia de la asistencia nutricional en el paciente con IRA.

ROL DEL SOPORTE NUTRICIONAL EN LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

La IRA se presenta en un contexto de inflamación y estrés oxidativo que explican en gran parte el deterioro nutricional, y específicamente el déficit proteico que puede afectar a este tipo de pacientes. Este estado hipercatabólico, al coexistir con baja ingesta nutricional, llevan al paciente a un balance calórico y proteico negativo, exponiéndolo a una desnutrición y a los riesgos asociados a ella.

La función del soporte nutricional en este tipo de pacientes se centra en:

· Controlar el hipercatabolismo a través del aporte calórico proteico necesario para lograr un balance nitrogenado positivo.
· Mantener la masa muscular.
· Evitar la sobrecarga nutricional y prevenir alteraciones metabólicas (como aumento del nitrógeno ureico en sangre, hiperglicemia, alteraciones electrolíticas) a través del aporte nutricional que considera la función renal.
· Favorecer en la salud general del paciente.
· Mejorar la respuesta inmune.
· Disminuir el estado inflamatorio y optimizar la actividad antioxidante.
· Disminuir la mortalidad.

ALTERACIONES METABÓLICO/NUTRICIONALES EN EL PACIENTE CON IRA

La insuficiencia renal en sí misma, en ausencia de una condición de salud crítica, no afecta al gasto energético de reposo (GER), por lo tanto en la IRA el aumento del GER, estaría determinado por la condición o patologías de base del paciente.

La IRA causa alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono, proteínas y lípidos, todos ellos en conjunto explican el catabolismo del tejido musculoesqulético con aumento del recambio aminoacídico, balance nitrogenado negativo, hiperglicemia, resistencia insulínica, alteración del metabolismo lipídico, alteración del agua corporal, alteraciones electrolíticas y del estado ácido base.

El riñón participa en la regulación de los niveles plasmáticos de glucosa a través de los procesos de neoglucogénesis que ocurren en él y a través de la relación con el metabolismo de la insulina. Se ha evaluado que las alteraciones en el control de la glucosa podrían agravar el nivel daño de la hiperglicemia del paciente crítico a través del aumento del estrés oxidativo y agravando la resistencia insulínica.

En estudios experimentales, la pérdida de la función renal está asociada a una acumulación de factores pro-oxidantes. Los pacientes con IRA poseen un desbalance en los niveles de citoquinas pro y anti-inflamatorias, lo que es independiente de la presencia de sepsis, y que están directamente relacionados con el aumento del riesgo de mortalidad.

La insulinorresistencia es frecuente de observar en pacientes con IRA y la severidad de ésta está relacionada en forma directa con el aumento de mortalidad, asociación que sigue siendo significativa incluso luego de ajustarlo en base a distintas variables (edad, género, raza, DM2, gravedad de enfermedad de base, niveles plasmáticos de cortisol, severidad de la IRA y estado nutricional). A pesar de los fundamentos anteriores, no existen estudios actualmente que demuestren que el control estricto de la glicemia con insulina, recibiendo soporte nutricional, tenga los mismos efectos positivos en la reducción de mortalidad y morbilidad que en el paciente quirúrgico o en el paciente crítico. Más aún, la presencia de hipoglicemia en IRA puede ser más frecuente en un 30% en aquellos con terapia insulínica y terapia de sustitución renal.

En el caso de las proteínas, en modelos experimentales, los motivos que llevan a la desnutrición proteica son múltiples: aumento de la degradación desde el tejido musculo-esquelético, disminución de la síntesis proteica, disminución del transporte y entrada de aminoácidos hacia el intracelular del músculo-esquelético, aumento de la neoglucogénesis hepática, entre otros. En la realidad clínica, el hipercatabolismo no está siempre presente, y en la IRA del paciente crítico el hipercatabolismo es siempre multifactorial. En muchos casos el hipercatabolismo no se puede contrarrestar sólo con la administración de aminoácidos periféricos, en la gran mayoría sólo se puede atenuar el grado de pérdida de masa muscular.

En relación a los lípidos plasmáticos, en IRA se ha detectado un defecto en la acción de la lipasa lipoproteica periférica y hepática, con reducción de su acción en 50%, y se inhibe en caso de acidosis. Se produce un aumento de VLDL y triglicéridos, y una disminución de HDL. Por otro lado, se produce una disminución del metabolismo de los lípidos administrados por vía parenteral, lo cual se debe tener presente al estimar la cantidad a administra.

DETERMINACIÓN DEL ESTADO NUTRICIONAL EN PACIENTES CON IRA

El estado nutricional es considerado un factor pronóstico mayor en el paciente con IRA, sin embargo presenta dificultades en la determinación de su estado nutricional debido a la presencia de enfermedades concomitantes, edema, desnutrición preexistente, estado hipercatabólico severo, entre otros, que limitan la efectividad de las técnicas tradicionales de evaluación del estado nutricional.

Mediante la Evaluación Global Subjetiva, se ha estimado que en la IRA podría presentarse hasta un 40% de desnutrición proteica severa, esto se explica por múltiples factores como desnutrición previa, enfermedades hipercatabólicas con sepsis, trauma, cirugía, quimioterapia, acidosis, pérdidas sanguíneas, pérdidas nutricionales secundario a la hemodiálisis, entre otras.

GASTO ENERGÉTICO DE REPOSO (GRE) EN PACIENTES CON INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

La estimación exacta del gasto calórico de reposo del paciente con IRA es un punto aún en discusión. Como se señaló anteriormente, a pesar que esta patología significa un estado hipercatabólico, distintos estudios han concluido que la IRA por sí misma, no significa un gasto energético adicional.

En relación a la determinación de la técnica de medición más exacta para el paciente con IRA, uno de los estudios destacados es el de Scheinkestel CD et al, quienes evaluaron el gasto energético a través de calorimetría indirecta y estimación teórica (fórmula de Schofield) en 50 pacientes críticos clasificados por APACHE II, con ventilación mecánica y HD continua. En este estudio no demostraron diferencia significativa entre ambas técnicas de medición y el grado de gravedad de la enfermedad. Sin embrago, otros grupos han señalado que la medición del GER con calorimetría indirecta en este tipo de pacientes presenta una dificultad en la técnica de medición, debido a que la remoción del CO2 que se realiza con la HD, aspecto esencial para la estimación del GER por calorimetría indirecta.

El efecto de la terapia de reemplazo renal sobre el gasto energético de reposo del paciente en falla renal aguda se ha estimado como mínimo y clínicamente no significativo. Existen en este sentido solo estudios observacionales que no han descrito una diferencia significativa entre antes y después de la HD.

En relación al aporte calórico ideal para pacientes con IRA en HD continua, Fiaccadori y colaboradores evaluaron el efecto de aportar 1,5 gr proteínas/kg peso en una dieta de 30 o 40 cal/kg día. Observaron que la dieta de mayor aporte calórico no tenía beneficios en la reducción del hipercatabolismo ni en el balance nitrogenado, y que además este aporte calórico aumentaba el riesgo de hipertrigliceridemia e hiperglicemia.

Frente a la ausencia de estudios controlados/randomizados que aporten mayor conocimiento en relación al aporte calórico necesario para los pacientes con IRA, la información aportada por los consensos de expertos resulta de utilidad. La European Society for Clinical Nutrition and Metabolism, en sus guías 2009, señala que las calorías no proteicas deben ser 25–30 cal/kg/día, lo cual debe tener adaptación especial para pacientes desnu tridos y para pacientes obesos.

Tal como se señaló anteriormente, y al igual que en otras patologías de pacientes críticos, el gasto energético del paciente está determinado por las enfermedades de base, el estado nutricional previo y las comorbilidades tanto agudas como crónicas, más que la IRA en sí misma. En mediciones de calorimetría indirecta, se ha determinado un gasto 1,3 veces del GEB, correspondiente a 20–25 cal no proteicas por kg peso. Aportes de 40 cal/kg peso día no se ha evaluado que presente mayor beneficio que quienes reciben 30 cal/kg, es más, aumentan en forma significativa las complicaciones metabólicas (hiperglicemia, hipertrigliceridemia).

NECESIDADES DE MACRONUTRIENTES EN IRA

Las necesidades de macronutrientes no distan significativamente de otros pacientes críticos. El mayor análisis se ha realizado en relación a los requerimientos y aportes de proteínas. Para el caso de las calorías no proteicas, se ha sugerido mantener las proporciones habituales.

Carbohidratos en la IRA

Se sugiere que los carbohidratos correspondan al 50% de los requerimientos energéticos totales del día o que el aporte por kilos de peso corporal sea entre 3–5 gr/kg de peso, y siempre menor de 7 gr/kg peso al día.

Lípidos en IRA

La indicación sobre el aporte de lípidos se mantiene en valores estándar con la precaución de no aumentar los niveles plasmáticos de triglicéridos. El filtro utilizado en las diálisis no tiene efecto sobre la concentración plasmática de lípidos administrados por vía parenteral.

Proteínas en la IRA

El aporte proteico en la IRA es uno de los aspectos nutricionales más relevantes en este tipo de pacientes. Uno de los objetivos centrales en este sentido es determinar el aporte proteico que permita alcanzar un balance nitrogenado positivo, pero que a su vez no sobrecargue metabólicamente al paciente y que además logre un impacto positivo sobre la morbi-mortalidad del paciente con falla renal aguda y desnutrición proteica.

Las pérdidas nitrogenadas y el balance proteico han sido evaluados por diversos grupos de investigación. Uno de los grupos destacados en este tema (Klein et al) evaluó las pérdidas nitrogenadas en pacientes politraumatizados con hemodiálisis continua, en el contexto de un aporte calórico de 26 cal/kg peso y un aporte proteico de 1,6 gr/proteínas por kilo de peso y se comparó con las pérdidas nitrogenadas de pacientes politraumatizados, pero sin hemodiálisis continua. Se observó que ambos grupos poseían pérdidas semejantes de nitrógeno, sin embargo, en ninguno de los dos grupos de pacientes se logró balances nitrogenados positivos.

En otro estudio realizado por el mismo grupo de investigadores, que incluía a pacientes con falla cardíaca y falla respiratoria, los pacientes alcanzaron un balance nitrogenado positivo de 1,8 gr, el BN fue positivo el 35% del tiempo de evaluación (20 días), y BUN promedio de 75 mg/dl. Las pérdidas de nitrógeno correspondieron a 24,3 gr/día (rango 21,1–65,5 gr/día). Un aspecto interesante evaluado por ellos, fue el análisis de cómo se comportan los niveles plasmáticos de distintos aminoácidos frente al aporte elevado de proteínas. Se encontró que en todos los pacientes controlados, todos los valores estaban por sobre el rango. Las pérdidas de aminoácidos correspondían a 12 gr/día correspondiente al 5–21% del total administrado por NP. Al medir los aminoácidos en forma individual, todos alcanzaban los rangos de normalidad, a excepción de la Histidina. La conclusión global de este estudio fue que altos aportes de proteínas del rango de 2,5 gr/kg favorece balances nitrogenados positivos, sin inducir o aumentar el riesgo de azotemia y que debe ser estudiado aún si realmente este balance nitrogenado positivo aumenta o no la sobrevida de los pacientes.

Otro estudio como el de Bellomo et al , y el de Scheinkestel et al, confirmaron los resultados anteriores que en 11 pacientes críticos, anúricos, con terapia de reemplazo renal continua, se logran balances nitrogenados positivos sólo con aportes de 2,5 gr/kg día. Además, el grupo de Scheinkestel observó que en caso de aportes de proteínas por NP de 1 gr/kg peso, el 43% de los aminoácidos estaban bajo los niveles objetivos. Este mismo grupo, al ampliar el estudio a 50 pacientes críticos, con ventilación mecánica y con terapia de reemplazo renal continuo, no sólo confirmó los resultados anteriores, sino que también observó que aquellos que recibieron 2,5 gr/kg peso, y luego de ajustarlo por edad, género y APACHE II estaba relacionado con mejores resultados en la unidad de cuidados intensivos y en la hospitalización general, aspecto que no se cumplía en aquellos que recibieron menor a esta cantidad de proteínas por kilos de peso corporal. Más aún, se observó que en la medida que aumentaba el balance nitrogenado en +1, aumentaba en un 21% la tasa de sobrevida (p 0,03, OR 1,211 con 95% de intervalo de confianza de 1,017–1,443). Los autores concluyen que más que la cantidad elevada de proteínas, lo relevante es el grado de balance nitrogenado positivo que se alcance.

Basado en lo anterior, el aporte proteico recomendado para pacientes sin diálisis es entre 0,6–0,8 gr/kg de peso, máximo 1 gr/kg de peso y para pacientes en diálisis es entre 1,5–2 gr/kg peso máximo 2,5 gr/kg de peso.

Es importante considerar que la eficiencia del proceso dialítico es determinante en la remoción de proteínas y que por lo tanto en la medida que es más eficiente, mayor es el número de aminoácidos y proteínas removidos. Se ha estimado que las pérdidas varían en rangos de 5 a 10 gramos de proteína por sesión de diálisis, lo cual se sugiere considerar al momento de estimar los aportes de proteínas diarias.

Vitaminas y oligoelementos en la IRA

En el caso de los oligoelementos, se ha descrito déficit en IRA, explicado por el grado de complejidad de las patologías del paciente crítico, por el elevado estrés oxidativo, por el filtrado de la diálisis, por el déficit de vitaminas transportadoras, por las pérdidas agudas de fluidos, por dificultad en las técnicas de análisis, entre otros. Estudios in vitro han observado que en la IRA con diálisis, pueden existir déficit de selenio, cobre, zinc, pero con altos niveles de cromo. A pesar de lo anterior, los estudios son escasos y aún se desconoce la cantidad exacta requerida por estos pacientes.

En relación a las vitaminas señaladas como riesgo de déficit y déficit como tal son la vitamina C, ácido fólico y tiamina, principalmente por pérdidas en las diálisis. También ha sido estudiado el déficit de la vitamina A, D3 y vitamina E.

NECESIDADES DE MICRONUTRIENTES EN LA IRA

El peso puede ser un indicador del aumento o disminución de líquido
  • Sodio:
    • Fase oligúrica: 20-40 mmol / día. 1 mol (23 mg) corresponde a 1 Eq
    • Fase diurética: a voluntad
  • Potasio: existe el riesgo de hiperpotasemia que puede conducir a la muerte por producir trastornos del ritmo cardíaco.
Requerirán 25-40 mmol siendo 1 mmol K (39 mg) 1 mEq K
  • Fósforo: medicación para aumentar la excreción para evitar una enfermedad carencial.
INDICACIÓN Y VÍA DE ALIMENTACIÓN EN EL PACIENTE CON IRA

La indicación de inicio del soporte nutricional en el paciente con IRA es semejante a la existente para otras patologías de pacientes críticos. Lo mismo sucede con la vía de administración, donde la principal limitante del tipo de nutrición a utilizar depende más de la función e indemnidad del tracto gastrointestinal que de la función renal. Es decir, en la IRA la vía de elección es la enteral, y en caso que esta no pueda ser utilizada o que sean insuficientes los aportes logrados por esta vía, se podría proponer el uso de alimentación parenteral. En el caso de los pacientes con IRA tanto la misma patología como la presencia de comorbilidades, puedes alterar la motilidad gastrointestinal, lo cual podría ser una limitante a tener presente en el paciente con inicio de la vía oral o de la enteral.

Hay que tener presente que la IRA es un factor de riesgo para sangrado intestinal alto. Se desconoce si el uso precoz de la vía digestiva podría tener un efecto preventivo.

Existen fórmulas enterales especialmente diseñadas para pacientes con IRA con una concentración especial de calorías, proteínas y electrolitos, sin embargo no existiría una indicación generalizada para su uso en todos los pacientes con IRA. Según se señala en las guías de la ESPEN (European Society for Clinical Nutrition and Metabolism) 2006 y en las guías de la ASPEN 2009 en relación al tipo de fórmula a utilizar, ambas señalan que a la luz de la evidencia disponible en la gran mayoría de los pacientes con IRA se deben utilizar fórmulas enterales estándar, y sólo en caso de existir alteraciones electrolíticas significativa, se debe considerar el uso de fórmulas enteral específicas para insuficiencia renal, que entre otras cosas consideren las concentraciones de potasio y fosfato.

OTRA ESTRATEGIA DIETÉTICA EN LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

La dietética en la insuficiencia renal aguda busca asegurar un aporte nutricional adecuado a:
  • La función renal: según la oliguria.
  • La duración de la enfermedad.
  • La diuresis: para adecuar el aporte de líquidos.
  • El grado de catabolismo: aumenta en grandes quemados o cirugía mayor.
  • El estado nutricional.
  • El tratamiento: si hay diálisis o no.
  • En caso de diálisis, la dieta puede ser elevada en proteínas (en pacientes en una situación de catabolismo importante).
Debe buscarse la vía de administración adecuada
  • Energía: 35-50 Kcal / peso ideal / día.
Si no hay suficiente energía el catabolismo proteico elevado empeora la insuficiencia renal debido a un aumento del ácido úrico y de la creatinina (no aumenta la urea)
  • Proteínas:
    • Tratamiento sin diálisis: 0.25-0.5 g / Kg / día de las cuales 20-30 g de proteínas de elevado valor biológico / día (se puede utilizar para ello pastas aproteicas)
    • Tratamiento con diálisis: 1-1.2 g / Kg / día
  • Líquidos:
    • Fase oligúrica: según las pérdidas. Diuresis + 500 ml pérdidas insensibles + otras pérdidas (vómitos, diarrea, fístulas, drenajes, grandes fiebres)
    • Fase diurética: a voluntad
COMENTARIO FINAL

La IRA es una patología habitual de observar en pacientes críticos y en ese contexto el hipercatabolismo es un factor de riesgo para desnutrición. Uno de los objetivos del soporte nutricional en la IRA es lograr realizar un aporte proteico que permita alcanzar balances nitrogenados positivos, con el mínimo de alteraciones metabólicas por sobrecarga y que logre impactar favorablemente en la morbimortalidad del paciente crítico con IRA. La sugerencia del aporte proteico para pacientes sin diálisis es de 0,6–0,8 gr/kg peso, máximo 1 gr/kg peso, y para pacientes con diálisis la sugerencia es aportar entre 1,5–1,8 gr/kg peso, máximo 2,5 gr/kg peso, considerando además las pérdidas por el procedimiento dialítico en sí mismo. Tanto para la estimación del aporte energético como para el aporte de hidratos de carbono y de lípidos, la sugerencia es semejante que para otros pacientes críticos.

OBJETIVOS DE LA NUTRICIÓN EN LA PROGRESIÓN DE LA INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA

En el proceso de la insuficiencia renal crónica, el soporte nutricional tendrá los siguientes objetivos:
- Reducir la toxicidad urémica
- Retrasar la progresión de la afección
- Prevenir la desnutrición

Causas de la progresión de la insuficiencia renal (procesos que se desea evitar)

Muchas de las nefropatías crónicas progresan a la Insuficiencia renal crónica (IRC) terminal. Los principales factores responsables de esta progresión son:

1. La hipertensión intraglomerular : La pérdida de nefronas condiciona una pérdida en la función renal, sin embargo como parte del proceso adaptativo para mantener la función renal, sobreviene un aumento de la filtración glomerular en las nefronas remanentes, y hay indicios de que este proceso es lesivo para las nefronas ( estudios de micro punción de Hostetter y col). Se comprobó que no existe lesión en la nefrona remanente que desarrolla hiperfiltración sin hipertensión glomerular. Estudios adicionales indican que solo se produce daño en las nefronas cuando la hipertensión se traduce al lecho glomerular, lo que no ocurre en estenosis de arteria renal, donde el lado estenosado está protegido de esta hipertensión.


Medidas Nutricionales a tomar : La restricción de la ingesta proteica demostró reducir la filtración glomerular en las nefronas remanentes y retrasan la aparición de la proteinuria y de glomeruloesclerosis.


2. Proteinuria : La proteinuria por si sola puede contribuir a la progresión de la IRC, se propone toxicidad mesangial, sobrecarga tubular y toxicidad de proteínas específicas filtradas.

3. Enfermedad tubulointersticial y retención de fosfato : En todas las formas de IRC se observa dilatación tubular y fibrosis intersticial aún en una glomerulopatía, no se sabe el mecanismo exacto del daño, pero se sabe que los depósitos de fosfato y calcio, así como la acidosis metabólica con acumulación secundaria de amoniaco, son factores que contribuyen.

4. Hiperlipidemia : La hiperlipidemia mostró en estudios experimentales que promueve la progresión de la lesión renal. De la misma forma se demostró que los fármacos hipolipemiantes producen efectos benéficos aun sin alterar la presión intraglomerular.

5. Acidosis metabólica y producción elevada de amoniaco : Las nefronas remanentes liberan mas amoniaco, su acumulación activa de mnera directa el complemento y se produce la lesión tubulointersticial. La amortiguación del ácido con álcalis evita la sobreproducción de amoniaco, no se probó en humanos, pero al parecer una corrección de la acidosis metabólica con bicarbonato de sodio tendría un efecto protector renal.


La desnutrición es uno de los objetivos principales en el paciente que progresará a una insuficiencia renal terminal en algún momento, si bien tratar la desnutrición es un objetivo en todo paciente renal, es aún de mayor importancia en aquel paciente que no recibe terapia de restitución renal, puesto que estudios demostraron que el tiempo de vida (pronóstico) de los pacientes que entran a terapia de restitución renal, depende en gran medida del índice de masa corporal con el que entran, es decir, un paciente con índice de masa corporal mayor, tiene mucho mejor pronóstico que un paciente con un IMC más bajo. Por lo tanto, la importancia de una dieta acertada para evitar a la desnutrición y mejorar la composición corporal queda más que justificada para estos pacientes que progresan en la enfermedad renal.

OBJETIVOS DE LA NUTRICION EN LA HEMODIALISIS


Durante el proceso de hemodiálisis se tiene principalmente los siguientes objetivos:

1. Prevenir deficiencias nutricionales y preservar un buen estado nutricional, proporcionando suficientes proteínas para compensar las pérdidas de nitrógeno y aminoácidos esenciales en el líquido de dializado.

2. Evitar el catabolismo de los tejidos, proporcionando la energía suficiente a través de carbohidratos y grasas. En diálisis peritoneal prevenir el aumento de peso controlando la ingesta calórica debido a la contribución energética del líquido de dializado.

3. Limitar la ingesta de sodio para evitar la tensión alta, la sed y los edemas

4. Controlar la ingesta de potasio para evitar hiperpotasemia y sus Consecuencias.

5. Controlar la ingesta de líquidos para evitar la hiponatremia y el aumento de peso.

6. Limitar la ingesta de fósforo y controlar la ingesta de calcio para evitar hiperfosfatemia, osteodistrofia renal e hiperparatoroidismo secundario.

En el proceso de la enfermedad renal crónica (ERC) (filtración glomerular estimada [FGe] < 30 ml/min/1,73 m2), el paciente cuenta con un tratamiento óptimo de los factores de riesgo asociados con enfermedad cardiovascular y progresión de la enfermedad renal, donde el paciente debe iniciar diálisis, para lo cual es importante el control de la presión arterial, de la anemia, del aporte de calcio y de fósforo y del estado nutricional del paciente durante el período prediálisis, por lo que el paciente ingresara a un programa multidisciplinario de prediálisis, que incluye la educación del paciente y de su familia, la elección temprana de la modalidad de diálisis más apropiada, donde la nutrición es determinante y tiene como objetivos:

• En primer lugar, está el paciente hipercatabólico con fracaso renal agudo que precisa diálisis, así como los pacientes en diálisis de mantenimiento con un proceso hipercatabólico añadido.

• El objetivo de la nutrición en estos pacientes será cubrir los requerimientos aumentados de nutrientes debido al hipercatabolismo y prevenir la pérdida de masa magra. Otros objetivos auxiliares son estimularla cicatrización y mejorar la inmunocompetencia.

• Por ello, el soporte nutricional tendrá la misma importancia que en cualquier estado hipercatabólico y se ajustará la diálisis necesaria para aclarar los metabolitos y el exceso de volumen aportado con el soporte nutricional.

• Otro grupo son los pacientes con insuficiencia renal estable que no están siendo tratados con diálisis. Generalmente son niños o pacientes malnutridos (la mayoría ancianos) con insuficiencia renal crónica, pero sin un hipercatabolismo asociado y que, al menos de momento, no se van a incluir en un programa de diálisis, debido a la edad o a que la insuficiencia renal es de grado moderado todavía. Estos pacientes se deben tratar de forma diferente, ya que el objetivo será mantener el estado nutricional, disminuir la toxicidad urémica y retardar la progresión de la insuficiencia renal.

• En el tercer grupo de pacientes se incluyen a los tratados con diálisis peritoneal o con hemodiálisis, pero sin enfermedad catabólica. En estos pacientes es frecuente la malnutrición y en muchas ocasiones es necesaria la suplementación dietética. Los objetivos serán mejorar la síntesis de proteínas viscerales, estimular la inmunocompetencia y mejorar la calidad de vida. La importancia del soporte nutricional en este grupo es enorme ya la desnutrición aumenta el riesgo de morbimortalidad, independientemente de la enfermedad de base.

OBJETIVOS DE LA NUTRICIÓN EN LA DIÁLISIS PERITONEAL

En esta situación, la función renal ya está siendo sustituida, por lo que la atención debe centrarse en los Protocolos diagnóstico-terapéuticos de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición para seguir una óptima nutrición del paciente.

Los aportes proteicos han de ser relativamente elevados (15% del VCT) por la pérdida proteica que conlleva la diálisis y dificulta el logro de un balance nitrogenado positivo, especialmente en el caso de la diálisis peritoneal.

· Los hidratos de carbono deben contribuir con el 50-55% del VCT, teniendo en cuenta que la absorción de glucosa durante la diálisis peritoneal contribuye al aporte total de energía.

· Se busca incluir la nutrición como un área de atención dentro del cuidado integral del enfermo renal.

· Es necesaria la monitorización del estado de nutrición de los enfermos renales periódicamente, se deben tener siempre presentes las situaciones que pueden incidir de forma aguda en el paciente y que pueden favorecer la desnutrición, como los procesos infecciosos o inflamatorios agudos, así como los ingresos hospitalarios, no olvidando la inflamación latente o subaguda que presenta crónicamente el paciente, ya que la inflamación y la desnutrición están íntimamente relacionadas y se influyen mutuamente, por lo que el abordaje debe ser mixto y precoz.

· La modificación del esquema de hemodiálisis puede ayudar a mejorar el estado de nutrición, dependerá de la tolerancia del paciente, caso contrario se debe individualizar el soporte nutricional en forma y tiempo suficientes.

· Los cuadros de malnutrición en diálisis son difíciles de manejar, habitualmente, las dietas para los pacientes que están en diálisis son muy estrictas (más en hemodiálisis que en diálisis peritoneal) y, además, muchos pacientes sufren otras patologías concomitantes que dificultan aún más la adecuada nutrición, razón por la cual se tiene como objetivo una observación ante cualquier situación que pueda empeorar la situación basal del paciente y aportar una adecuada alimentación, incluyendo los suplementos calórico-proteicos necesarios. Tenemos que tener en cuenta, en cualquier caso, el necesario control en la ingesta de potasio y fósforo que podrían traer consecuencias deletéreas para el paciente.

· El paciente en diálisis peritoneal tiene una pérdida continua de proteínas por el peritoneo, que debemos suplir., pérdidas que se encuentran aumentadas en caso de peritonitis u otros procesos inflamatorios agudos, por lo que se tiene como objetivo el aporte de suplementos nutricionales.

Finalmente, en los últimos años, la bioimpedancia se ha constituido en una herramienta útil para evaluar la composición corporal y el estado nutricional en los pacientes con enfermedad renal, donde la falta de esta tecnología impidió su uso en este paciente, siento este el objetivo final que permitiría brindar mejor calidad de vida

OBJETIVOS DE LA NUTRICIÓN EN EL TRANSPLANTE RENAL

Objetivo en la desnutrición, una evaluación criteriosa que permita identificar los candidatos que requerirán una terapia nutricional más agresiva para la recuperación del estado nutricional con anterioridad al trasplante.

Se debe tratar la hiperlipidemia presente en los pacientes candidatos un trasplante renal, como objetivo principal en casos de hiperlipidemia.

El objetivo del aporte nutricional es proporcionar todos los nutrientes en cantidades adecuadas para promover el anabolismo y prevenir la infección.

Educación de los pacientes acerca de los potenciales efectos colaterales en el estado nutricional con el uso de agentes inmunosupresores y de las posibles restricciones de la dieta que deben iniciarse antes de la cirugía.

La necesidad de intervenciones nutricionales repetitivas para facilitar la corrección de los hábitos alimentarios y el desarrollo de la disciplina de un estilo de vida saludable.

El objetivo del cuidado nutricional es maximizar y monitorear el estado nutricional de los pacientes y formular recomendaciones, sugerencias, soluciones y un plan de acción. A su vez, de brindar educación nutricional a la familia y a otras personas involucradas en el cuidado del paciente.

SOPORTE NUTRICIONAL Y METABÓLICO ESPECIALIZADO DEL PACIENTE CRÍTICO

Los pacientes críticos presentan modificaciones importantes en sus requerimientos energéticos, en las que intervienen la situación clínica, el tratamiento aplicado y el momento evolutivo. Por ello, el método más adecuado para el cálculo del aporte calórico es la calorimetría indirecta. En su ausencia puede recurrirse al aporte de una cantidad calórica fija (comprendida entre 25-35 kcal/ kg/ día) o al empleo de ecuaciones predictivas, entre las cuales la fórmula de Penn State proporciona una evaluación más precisa de la tasa metabólica. La administración de carbohidratos debe tener un límite máximo de 4 g/kg/día y mínimo de 2 g/kg/día. Deben controlarse los valores de glucemia plasmática con el in de evitar la hiperglucemia. Respecto al aporte de grasa, debe estar entre 1-1,5 g/ kg/ día. El aporte proteico recomendado se encuentra entre 1-1,5 g/kg/día, aunque puede variar en función de las características de la propia situación clínica. Debe prestarse una atención especial al aporte de micronutrientes. No hay un acuerdo unánime sobre los requerimientos de éstos. Algunas de las vitaminas (A, B, C, E) son de gran importancia para los pacientes en situación crítica, con especial atención en pacientes sometidos a técnicas continuas de reemplazo renal, grandes quemados y alcohólicos, aunque los requerimientos específicos para cada uno de ellos no han sido establecidos. El aporte de los requerimientos energéticos y proteicos a los pacientes críticos es complejo, dado que debe tener en cuenta tanto las circunstancias clínicas como su momento evolutivo. La primera fase del proceso es la del cálculo de las necesidades energéticas de cada paciente para, en una fase posterior, proceder a la distribución del aporte calórico entre los 3 componentes de éste: proteínas, hidratos de carbono y grasas, así como considerar la necesidad de aportar micronutrientes.

¿ Qué métodos podemos utilizar para calcular los requerimientos y el aporte energético?

Calorimetría indirecta y método de Fick

La calorimetría indirecta es el método considerado en la clínica como patrón oro. Presenta varios problemas para su aplicación, como son equipamiento costoso, necesidad de tiempo para realizar las mediciones, personal con experiencia y falta de disponibilidad en la mayoría de las unidades. Además, intenta predecir el gasto energético total (GET) a partir de mediciones realizadas en un intervalo corto de tiempo (5-30 min), habiéndose demostrado variaciones hasta en el 20% a lo largo del día. De esta forma, al gasto energético en reposo (GER) deberemos añadir un 15-20% para calcular el GET, aunque lo más exacto es mantener las mediciones durante 24 h para conocer el GET1.

El método de Fick no ha demostrado una buena correlación con la calorimetría y es poco usado en la práctica diaria.

Métodos de estimación

En la bibliografía hay más de 200 fórmulas para estimar el gasto energético (GE), sin que ninguna de ellas haya demostrado una buena correlación con las mediciones realizadas mediante calorimetría indirecta. Sin embargo, se recomienda su utilización cuando no se puede practicar la calorimetría. Para elegir la fórmula idónea hay que tener en cuenta el tipo de pacientes que dieron origen a éstas. Recientemente se ha publicado un estudio que incluye 202 pacientes críticos sometidos a ventilación mecánica comparando la calorimetría indirecta con diferentes fórmulas para el cálculo del GE basal.

Los autores concluyen que la fórmula de Penn State proporciona una evaluación más precisa de la tasa metabólica en pacientes críticos ventilados mecánicamente. Correlación entre gasto energético medido y calculado Todos los métodos han mostrado una pobre correlación con el GE medido, con una sobrevaloración en el 80% de los casos, por lo que se considera que, en muchas ocasiones, los pacientes críticos constituyen una población diferente a la que ha servido de base para dichas fórmulas.

La correlación no es buena porque no se contemplan las múltiples variables de los pacientes críticos. Un reciente estudio muestra que no hay una adecuada correlación entre el aporte de una cantidad fija de calorías (25 kcal/kg/día) y la calorimetría indirecta, encontrando mejores resultados con esta última.

Aporte energético

Las necesidades variarán dependiendo de la fase metabólica en la que se encuentre el paciente: fase catabólica inicial o fase anabólica de recuperación. Donde no se pueda medir el GE se recomienda un aporte lo más próximo posible a los requerimientos medidos mediante calorimetría indirecta en la fase inicial, para aumentar en fases más avanzadas de convalecencia, basándose en estudios que demuestran una mayor incidencia de infecciones en relación con el balance calórico negativo y mejores resultados con un balance calórico positivo. Algunos autores recomiendan suplementar con nutrición parenteral (NP) cuando no se llegan a cubrir los requerimientos (60-70% del aporte enteral).

Un metaanálisis de estudios que comparan nutrición enteral (NE) con nutrición mixta, aplicada desde el ingreso de los pacientes, no demuestra menor incidencia de complicaciones infecciosas, días de estancia en UCI ni días de ventilación mecánica.

El peso a utilizar en las fórmulas va a depender del índice de masa corporal (IMC). En pacientes con IMC < 18 kg/ m2 se recomienda usar el peso actual, para evitar el síndrome de renutrición, y para el resto de los pacientes se ha recomendado que sea el peso previo a la agresión, ya que el peso actual presenta amplias variaciones como consecuencia de la reanimación inicial. En los últimos años va tomando fuerza la hipoalimentación permisiva durante las primeras fases del paciente crítico (18 kcal/ kg peso/ día), esperando para conseguir el objetivo completo de los requerimientos (25 kcal/kg/día) pasada la primera semana. Estudios recientes avalan esta actitud encontrando mejores resultados clínicos cuando el aporte calórico, durante los primeros días de la fase de catabolismo, está entre el 33 y el 66% de los requerimientos estimados. Aportes inferiores se asociarían con un mayor número de bacteriemias15 (III) y superiores con mayor índice de complicaciones16 (IV). Sin embargo, esta recomendación no puede hacerse de forma irme sin un estudio prospectivo del que no se dispone todavía. ¿Qué tipo de hidratos de carbono y en qué cantidad hay que aportar en el paciente crítico? La glucosa continúa siendo el principal sustrato calórico en el paciente crítico. Una perfusión de glucosa a 4 mg/kg/min sólo suprime la neoglucogénesis en un 50% y el catabolismo proteico en un 10-15%, por lo que se recomienda no administrar nunca un aporte de glucosa > 4 g/kg/día. En general, los hidratos de carbono representan el 50% de los requerimientos energéticos totales, aunque este porcentaje puede variar en dependencia de factores individuales y de la gravedad de la agresión.

Como consecuencia de su aporte y del estrés metabólico se produce hiperglucemia, que se ha asociado con peores resultados clínicos. Por ello se han realizado múltiples estudios y metaanálisis, algunos de los cuales recomiendan mantener la glucemia en valores de entre 140 y 180 mg/dl, recurriendo a insulina si se sobrepasa este límite, aunque no existe consenso respecto de la cifra límite más recomendable. Valores superiores estarían relacionados con peores resultados clínicos, sobre todo en complicaciones infecciosas, y el intento de mantener valores inferiores se asociaría con una mayor incidencia de hipoglucemias graves, sin conseguir efectos beneficiosos sobre la mortalidad. En NP se administran en forma de dextrosa y en NE en forma de azúcares más complejos, disacáridos, maltodextrinas y almidones, entre los que se suele utilizar aquellos con un menor índice glucémico.

¿Qué tipo de lípidos y en qué cantidad hay que aportar en el paciente crítico?

El aporte lipídico debe formar parte fundamental del soporte nutricional ya que, además de aportar energía en poco volumen, es imprescindible para evitar un déficit de ácidos grasos esenciales (al menos un 2% de las calorías en forma de ácido linoleico y al menos un 0,5% en forma de ácido linolénico) y para mantener la estructura de las membranas celulares, así como para modular las señales intracelulares. En comparación con los hidratos de carbono, el aporte de lípidos produce un menor efecto sobre la termogénesis, la lipogénesis, la estimulación de la liberación de insulina, la producción de CO2 y los valores de glucemia. En general se considera que los ácidos grasos w-3 pueden contrarrestar los efectos proinflamatorios de los w-6.

El aporte de grasas es seguro y bien tolerado en una cantidad de 0,7 a 1,5 g/ kg/ día. Se deben administrar en concentraciones del 30 o el 20% frente al 10%, por la reducción en el aporte de fosfolípidos (relación fosfolípidos/ triglicéridos de 0,04 en la concentración al 30%) y en perfusiones largas más que en períodos cortos para evitar alteraciones de la ventilación/ perfusión pulmonar. Hay diferentes formulaciones comerciales en forma de triglicéridos de cadena larga (LCT), pero actualmente las mezclas con triglicéridos de cadena media (MCT), aceite de pescado o aceite de oliva han demostrado ser bien toleradas y se emplean con preferencia a los LCT aislados. Sin embargo, es difícil hacer una elección específica de qué tipo utilizar dada la ausencia de ventajas significativas de alguna de ellas frente a las otras. No deben administrarse, o reducir su aporte, cuando los valores plasmáticos de triglicéridos sean > 400 mg/dl26. Se puede aportar hasta el 40% de calorías no proteicas.

Con respecto a la NE, las dietas con elevado contenido en w-3 procedente de aceite de pescado, estarían especialmente indicadas en los pacientes afectados de lesión pulmonar aguda y síndrome de distrés respiratorio agudo

¿Qué requerimientos proteicos y de qué tipo hay que aportar en el paciente crítico?

Aunque las pérdidas nitrogenadas puedan ser muy altas, especialmente en pacientes traumatizados y quemados, no se recomiendan aportes excesivamente elevados, porque mientras que el aporte de proteínas en cuantía de 1,5 g/kg/día reduce el catabolismo proteico en un 70%, su incremento a 2,2 g/kg/ día produce un aumento de la degradación proteica neta29 . En NP, el aporte habitual se realiza mediante formulaciones de aminoácidos estándar, donde la composición en aminoácidos esenciales es similar a los requerimientos de las personas sanas. El enriquecimiento de la NP con aminoácidos de cadena ramificada ha sido estudiado, sobre todo en pacientes sépticos, pero no hay evidencia suficiente que justifique su empleo . Actualmente hay evidencia suficiente para el uso rutinario de glutamina en el paciente crítico , en el que se comporta como un aminoácido condicionalmente esencial.

En NP se recomienda 0,3-0,5 g/kg/día en forma de dipéptidos de glutamina-alanina, que son más estables y solubles. Su aporte en NE también ha demostrado una reducción en la morbilidad e incluso en la mortalidad en pacientes quemados y traumatizados, aunque no se ha demostrado todavía en grupos heterogéneos de pacientes críticos. Se ha constatado un mejor control en el metabolismo de la glucemia en los enfermos que reciben glutamina por vía parenteral, ya que contribuiría a disminuir la resistencia a la insulina.

En NE se emplean, en general, proteínas intactas. Los oligopéptidos no han mostrado beneficios clínicos en cuanto a resultados o complicaciones digestivas. En cuanto al aporte de arginina, asociada a otros sustratos mediante NE, se cuestiona su empleo en algunas poblaciones concretas de pacientes críticos ), pero algunos estudios han encontrado beneficios usando dietas de inmunonutrición en las que se aportaba arginina.

¿Qué vitaminas y oligoelementos se consideran necesarios o esenciales en el paciente crítico? Una combinación de vitaminas antioxidantes y oligoelementos, incluyendo selenio, cinc y cobre, puede mejorar los resultados en pacientes críticos. Un metaanálisis de 15 estudios aleatorizados pone de manifiesto que una combinación de vitaminas antioxidantes y oligoelementos reduce la mortalidad y la duración de la ventilación mecánica, aunque no mejora las complicaciones infecciosas ni la estancia. Las necesidades de vitaminas no están establecidas en nutrición artificial para el paciente crítico, aun cuando se siguen las recomendaciones del Nutrit ion Advisory Group de la American Medical Association (AMA-NAG). Otros autores siguen las recomendaciones de la RDA, aunque es muy probable que éstas estén muy por debajo de las necesidades del paciente baja o agresión. Se consideran imprescindibles los aportes de tiamina, niacina y vitaminas A, E y C, así como otras vitaminas del complej o B.

Recomendaciones

El método más fiable en la práctica diaria para el cálculo del gasto energético es la calorimetría indirecta (A). El mé- todo de Fick y los métodos estimativos no presentan una buena correlación con el gasto energético medido mediante calorimetría indirecta en el paciente crítico.

En ausencia de calorimetría indirecta, se recomienda aportar una cuantía de 25 kcal/ kg de peso actual/ día en pacientes con IMC < 30 . En enfermos en ventilación mecánica se recomienda el cálculo estimado de los requerimientos calóricos mediante la ecuación de Penn-State .

Respecto al aporte de glucosa intravenosa, no se recomienda sobrepasar un aporte de 4 g/kg/día. Se recomienda como más apropiado mantener el nivel de glucemia por debaj o de 150 mg/ dl.

El aporte de lípidos recomendado en nutrición parenteral es de 0,7-1,5 g/ kg/ día. Puede emplearse cualquier tipo de emulsión lipídica existente en el mercado actual, aunque se recomienda evitar en pacientes críticos aportes únicos con w-6 .

En el paciente crítico, no se ha definido una formulación de aminoácidos especíica para su uso genérico . De forma general, el aporte debe aj ustarse a una cuantía de 1-1,8 g/ kg/ día.

– Se recomienda en el paciente crítico el aporte de dipéptidos de glutamina (Ala-Gln) intravenosa a 0,5 g/ kg/ día, complementando la nutrición parenteral

Se establece la necesidad de aportar micronutrientes (vitaminas y oligoelementos) sin que se pueda determinar su cuantía. Conflicto de intereses Los autores declaran haber participado en actividades financiadas por la industria farmacéutica dedicada a la comercialización de productos nutricionales (estudios clínicos, programas educacionales y asistencia a eventos científicos).

Soporte Nutricional y Pronóstico de los pacientes críticos

No existe duda de que el ayuno indefinido en los pacientes críticos, conduce indefectiblemente a la muerte por inanición. Períodos más prolongados a las dos semanas de ayuno en el postoperatorio inmediato de intervenciones quirúrgicas mayores se han asociado a una mayor tasa de mortalidad y complicaciones.

Los pacientes críticos presentan un estado hipermetabólico como respuesta a la agresión recibida, lo que conduce a un rápido proceso de desnutrición. Es conocido que los pacientes críticos con peores parámetros nutricionales se acompañan de una mayor tasa de complicaciones y una estancia hospitalaria más prolongada .

Sin embargo, no existen trabajos controlados en pacientes críticos polivalentes que comparen el tratamiento con soporte nutricional respecto a unos cuidados en los que el soporte nutricional no se encuentre incluído. Ante la ausencia de dichos estudios se ha establecido en un período de 5-7 días, desde el ingreso, el lapso de tiempo que no debe ser excedido sin administrar soporte nutricional, si el paciente no puede alimentarse de forma voluntaria.

La vía de administración del soporte nutricional puede en sí misma condicionar el pronóstico, de forma independiente al hecho de prevenir o revertir las alteraciones nutricionales. Por ello, el efecto pronóstico del soporte nutricional debería considerarse separadamente según la vía de aporte de nutrientes.

NUTRICIÓN PARENTERAL COMPARADA CON AUSENCIA DE SOPORTE NUTRICIONAL

Se han seleccionado 16 estudios clínicos randomizados donde se compara el efecto del soporte nutricional por vía parenteral con un cuidado estándar que no incluye soporte nutricional. En su mayoría, los estudios se refieren a pacientes quirúrgicos6-19 si bien se han estudiado también otras situaciones clínicas.

Los resultados referentes a tasa de mortalidad, complicaciones globales, tiempo de ventilación mecánica y tiempo de estancia en UCI no son uniformes.

NUTRICIÓN ENTERAL COMPARADA CON AUSENCIA DE SOPORTE NUTRICIONAL

Se han seleccionado 9 trabajos realizados en pacientes quirúrgicos, en los que se comparaba el soporte nutricional por vía enteral en el postoperatorio inmediato frente a la ausencia de soporte nutricional .

Los resultados indican una mejoría en los parámetros nutricionales en el grupo que recibió nutrición enteral. También se apreció una tendencia hacia la disminución de las complicaciones y de la estancia hospitalaria en este grupo. No existió diferencia en la mortalidad de los pacientes.

2. ¿Condiciona la vía de administración del soporte nutricional el pronóstico de los pacientes críticos?

Son escasos los trabajos clínicos controlados que demuestran un pronóstico más favorable, en términos de morbi-mortalidad o tiempo de estancia en UCI o en el Hospital, en pacientes que reciben soporte nutricional por vía enteral frente al soporte nutricional intravenoso. Existen también estudios que describen mayor mortalidad y tasa de infecciones en los pacientes tratados con nutrición enteral.

En un metaanálisis de 27 ensayos randomizados se apreció que la tasa de infecciones era significativamente más baja en el grupo de pacientes que recibió nutrición enteral.

3. ¿Conduce la precocidad de la administración de la nutrición enteral a un mejor pronóstico en los pacientes críticos?

No se han identificado estudios en los que se analice la precocidad del aporte parenteral de nutrientes frente a un aporte parenteral no precoz. Se han analizado, por tanto, los efectos de la precocidad de la administración del soporte nutricional por vía enteral. Se considera que el aporte precoz de nutrientes es el que se lleva a cabo antes de cumplirse las primeras 36 horas de ingreso del paciente.

Se han identificado 5 trabajos realizados en pacientes quirúrgicos, traumáticos o grandes quemados. No se conocen estudios realizados en pacientes con patología médica. Los resultados de los estudios señalados indican que no existe diferencia en la mortalidad de los pacientes. Se apreció menor incidencia de infección en los pacientes con traumatismo abdominal.

En una revisión sistemática donde se analizan 15 trabajos se ha encontrado una reducción significativa de la estancia hospitalaria y de la tasa de complicaciones infecciosas en los pacientes que reciben precozmente soporte nutricional por vía enteral.

4. ¿Mejora la administración post-pilórica de nutrientes el pronóstico de los pacientes críticos?

La administración postpilórica de soporte nutricional, realizada mediante sonda o mediante dispositivos colocados por vía percutánea o quirúrgica, es una estrategia orientada a la disminución del volumen de aspirado gástrico, con la finalidad de reducir la incidencia de neumonías en pacientes críticos y de conseguir una administración más rápida y completa de la dieta enteral.

Sobre 7 estudios seleccionados sólo se analizó la mortalidad en dos estudios, sin que se encontraran diferencias. La incidencia de neumonía asociada a la ventilación mecánica fue igualmente similar en cinco estudios. El análisis del volumen de broncoaspiración muestra resultados contradictorios.

Recomendaciones

• Los pacientes en estado crítico que no van a poder nutrirse durante un período mayor de 5-7 días deben recibir soporte nutricional especializado .

• La nutrición parenteral administrada de forma indiscriminada a los pacientes críticos podría incrementar su morbi-mortalidad.

• En comparación con la ausencia de soporte nutricional, los pacientes críticos desnutridos presentan un mejor pronóstico si se administra nutrición parenteral

• En comparación con la ausencia de soporte nutricional, la nutrición enteral se asocia con una mejoría en las variables nutricionales y podría reducir la tasa de complicaciones infecciosas y la estancia hospitalaria, especialmente en los pacientes con peor situación nutricional previa.

• Los pacientes críticos que reciben nutrición enteral tienen un menor índice de infecciones y una estancia hospitalaria más corta que los pacientes que reciben nutrición parenteral

• La nutrición enteral administrada de forma precoz reduce las complicaciones infecciosas y la estancia hospitalaria, aunque no modifica la mortalidad de los pacientes.

• El aporte enteral postpilórico en los pacientes críticos no reduce la morbi-mortalidad.

• La administración de nutrición enteral postpilórica podría reducir la broncoaspiración e incrementar el volumen eficaz de dieta recibido por los pacientes.

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