La dimensión temporal es básica para la interpretación.
En el dolor agudo, la duración puede ser corta, desde minutos hasta una semana, las circunstancias en que se desencadena suelen ser claras y puede estar acompañada de fenómenos autonómicos como sudoración, intranquilidad, taquicardia, vasoconstricción, hipertensión y midriasis.
En el dolor paroxístico, recidivante o no, existen dolores episódicos más o menos intensos, de comienzo y terminación súbitos, intercalados con periodos de duración variable libres de enfermedad, que pueden observarse, por ejemplo, en la migraña y en la fiebre periódica familiar.
El dolor crónico, puede llegar a durar meses, no suele tener causas evidentes inmediatas que los expliquen, no lleva cortejo autonómico pero a menudo está acompañada por alteraciones psíquicas que a veces es difícil establecer si son causa o consecuencia de la enfermedad .Son ejemplos frecuentes de dolor crónico las cefaleas y las lumbalgias.
Por lo expresado en las consideraciones fisiopatológicas, debe quedar claro que un dolor crónico no siempre es uno agudo que se prolonga sino que existen diferencias en los mecanismos que los separan claramente desde el punto de vista patológico y terapéutico.
Otro aspecto importante es la VELICIDAD DE INSTALACION: los dolores de instauración súbita sugieren mecanismos vasculares (trombosis, embolia) o rotura de vísceras (embarazo ectópico o perforación de víscera hueca).Los de aparición gradual suelen deberse a inflamaciones, lesiones degenerativas o tumores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario